Aquella patraña contra Cienfuegos
"Aquella patraña contra Cienfuegos", escribe Carlos Marín en #ElAsaltoalaRazón
Así como el abogado de Ovidio Guzmán da por cierta la supuesta culpabilidad de Salvador Cienfuegos en ilusas relaciones con el narcotráfico, no faltan en EU y México políticos, “críticos” y “reporteros de investigación” que hacen suya la patraña.
Conviene ver y escuchar la entrevista de López-Dóriga con el general Alejandro Ramos, quien fungió como defensor de oficio militar del exsecretario, en que aclara que México nunca se comprometió a juzgar a Cienfuegos, sino a investigarlo con base en las “pruebas” del Departamento de Justicia.
Detalló que los cargos se basaban en las fotografías de mensajes de texto entre un delincuente apodado El H-2 y su sobrino El H-9, donde este asegura que jugará golf con el entonces titular de la Sedena, quien estaba por salir “dos semanas de vacaciones”.
Ingenuo, el tío le creyó ignorando que el divisionario jamás tomaba vacaciones.
Con más de 50 años en el Ejército -de donde fue oficial mayor e inspector general, director del Heroico Colegio Militar y comandante de cuatro de las 12 regiones militares-, en el invierno de su brillante carrera, ¿tendría interés en conocer a un testaferro de cuarta en una casi desconocida pandilla que se desprendió del extinto grupo de los Beltrán Leyva?
Ramos recordó que un director interino de la DEA le informó a Marcelo Ebrard (entonces canciller) que los cargos contra Cienfuegos derivaban de una investigación “de años” a una banda de narcomenudistas.
Con Cienfuegos en México, todas las “evidencias” gringas se turnaron a la Fiscalía General de la República, que abrió una carpeta de investigación.
Con sintaxis de semianalfabetas y plagados de faltas ortográficas, los mensajes eran fotografías de celulares donde hablaban de que el “padrino” por conocer suponía que el H-9 tenía la misma edad que uno de sus hijos, cuando lo cierto es que Cienfuegos tuvo puras hijas (y con ellas y sus nietos fue detenido en el aeropuerto de Los Ángeles cuando se disponían a visitar Disneylandia).
“Es un señor blanco y güero, ya mayor y chaparrito”, que “cuando se enoja se pone colorado como un jitomate”, mentía el sobrino (Cienfuegos mide 1.87 y es moreno claro).
Ante el escepticismo del tío, El H-9 le envió una fotografía tomada de la televisión con los entonces secretarios de Marina y Gobernación con Cienfuegos.
Ramos -general de Brigada- aportó la información en 10 años o más del patrimonio del acusado y lo mismo hicieron la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda y la Comisión Nacional Bancaria, comprobando que no tuvo más ingresos que los de su servicio en el Ejército.
Se requirió más información pero EU no entregó más.
El remate de la entrevista lo dio Joaquín con una cita de las memorias del fiscal William Barr, quien escribió que con Ebrard “me disculpé y le expliqué que el arresto no había seguido el procedimiento normal; que ni yo ni el jefe de la DEA sabíamos de eso y le dije que estaba dispuesto a devolver a Cienfuegos y que me estaba encargando de las formalidades necesarias para hacerlo…”.
Carlos Marín
cmarin@milenio.com