Hispanidad cuestionada
"Hispanidad cuestionada", escribe Ricardo Homs en #ColaboraciónEspecial
Debemos preguntarnos cuál es el motivo para que hoy -a 500 años de distancia-, sigamos cuestionando nuestro legado hispano, generando conflicto social y político con este tema.
Todos los países de Europa sufrieron invasiones. Sin embargo, en el extranjero este es un tema superado y en cambio para nosotros la narrativa de la conquista está hoy más presente que nunca, generando en la sociedad mexicana un sentimiento de victimización y de encono como respuesta.
La interpretación histórica de la derrota deja en el ánimo colectivo de los mexicanos la percepción de haber nacido en un país que surgió con la deshonra de tener como origen a un pueblo vencido, víctima de las ambiciones de los poderosos invasores, y además, que el mestizaje es el resultado del abuso sexual en contra de las mujeres indígenas. Esta ha sido la narrativa oficial desde que tengo uso de memoria.
De este modo vemos que este sentimiento de victimización recorre al pueblo mexicano, generando resentimiento social. Por ello vemos que en el ámbito político hay una tendencia a dejarse seducir por héroes reivindicadores que responderán ante los agravios y cobrarán las afrentas, lo cual ha permitido a gobernantes populistas mantener el control político.
Esta visión histórica -relativa a la denominada Conquista- nos confronta hoy como mexicanos. Sin embargo, no es casual, pues ha sido construida a lo largo de muchos años, quizá poco más de 200, o sea desde que México consumó su independencia.
El objetivo de construir esta interpretación histórica desde la posición de víctima -focalizando nuestro origen en la derrota- ha servido para legitimar la concen tración de poder individualizado, a partir de manipular las legítimas expectativas y aspiraciones de quienes han sido marginados y estaban en espera del mesías reivindicador de agravios.
Detrás de esta visión está la narrativa maniquea de vencedores y vencidos que impacta negativamente la autoestima de los perdedores. Por ello quizá el mexicano siente que el fracaso lo trae en el bolsillo y en con traste, el éxito es producto de su resiliencia, entereza y gran determinación para enfrentar a la adversidad y al destino.
Por ello los mexicanos nos esforzamos como país por demostrarnos que somos más fuertes que la adversidad y podemos superar todas las crisis.
Sin embargo, en el momento actual -caracterizado por un contexto social de resentimiento por los agravios recibidos durante tantos años de olvidos-, se renueva la confrontación con base en argumentaciones históricas.
El verdadero peligro está en que, del tema étnico -como origen de las limitaciones económicas y de la pobreza-, pasar a la ideología de la "lucha de clases" -promovida por el marxismo- no hay más que un paso.
Con una visión incluyente, que nos permita llegar a la reconciliación, visualizamos la construcción de un país que estimule la verdadera justicia social a través de brindar oportunidades de desarrollo y calidad de vida para todos los sectores sociales y económicos. Para ello debiésemos empezar por neutralizar este contexto de confrontación estimulado por la narrativa de una conquista militar inexistente denominada erróneamente "conquista" y en su lugar debiésemos privilegiar la fusión de dos civilizaciones: la indígena y la europea. Esta visión fue de nominada "sincretismo cultural" por José Vasconcelos, hace casi cien años, lo cual dio por resulta do la expectativa de un gran país, que hoy es México.
Hoy es un momento de aprovechar las oportunidades que nos ofrece el inicio de un nuevo gobierno para buscar la reconciliación, ya que parece ser que con visión realista y pragmática nuestra presidenta ha asumido el objetivo de "gobernar para todos los mexicanos", como ella misma lo manifestó en su discurso de toma de posesión del cargo presidencial, lo cual lleva forzosamente a la conciliación y a un proyecto de país unificado.
Interpretar los hechos históricos acontecidos hace 500 años a través de los valores morales y sociales de hoy, representa ingenuidad -o perversidad-, por parte de quienes quieren estimular la confrontación. ¿A usted qué le parece?