El valor de los defectos

"El valor de los defectos", escribe Pbro. José Martínez Colín en #VivirenCristiano

1) Para saber

Se dice que los defectos son los ladrillos que construyen la fuerza de la personalidad. Podemos observar que esto se ha hecho realidad con los santos. El Papa León XIV, se refirió a la actitud de los Apóstoles, que no obstante de verse con defectos y afligidos, supieron confiar en Jesús, y quien les prometió enviar al Espíritu Santo. Y, efectivamente, los asistió y llegaron a la santidad. El Papa señala que nosotros, ante las dificultades o defectos personales, podemos sentirnos insuficientes. Pero el Evangelio nos invita a no fijarnos en nuestras fuerzas, pues Dios mismo habitará en nuestras almas. Jesús nos dirige las palabras que les dijo a los Apóstoles: «¡No se inquieten ni teman!», liberándonos de toda angustia y preocupación: “Si permanecemos en su amor, Él mismo hace morada en nosotros, nuestra vida se convierte en templo de Dios, y ese amor nos ilumina, y va entrando en nuestra forma de pensar y en nuestras decisiones, hasta alcanzar también a los demás, iluminando todos los ámbitos de nuestra existencia”.

No debemos fijarnos en nuestras fuerzas, sino en la misericordia del Señor que nos ha elegido, seguros de que el Espíritu Santo nos toma de la mano, nos guía y nos enseña todo.

2) Para pensar

Dizzy Gillespie fue uno de los grandes nombres del jazz y su trompeta uno de sus símbolos. Era una trompeta chueca, la cual tiene una historia peculiar.

Gillespie tocaba siempre con una extraña trompeta torcida. Esa costumbre nació de un accidente. El 6 de enero de 1953 cuando Gillespie se alojaba en un hotel neoyorquino se encontró al llegar a su habitación con su trompeta totalmente torcida. Averiguó que unos amigos suyos, artistas cómicos, después de haber empinado excesivamente el codo en su ausencia, uno de ellos de forma distraída y accidental se sentó sobre el instrumento produciéndole ese doblez. A Gillespie, que tenía que tocar inmediatamente en el cumpleaños de su esposa Lorraine, no le quedó otra que usarla. La sorpresa fue grande: la sonoridad que emanaba de la trompeta le entusiasmó. Tanto le gustó que la adoptó de por vida, llegando a encargar trompetas con ese defecto. Con el tiempo esa trompeta torcida y singular terminó siendo un símbolo de su propia persona.

La anécdota sirve de analogía para saber cómo se puede aprovechar algo defectuoso y sacarle mucho provecho. Cuando las personas luchan contra sus defectos, se van forjando una personalidad virtuosa.

3) Para vivir

Dice el Papa que es hermoso que cuando miramos las tareas y compromisos que se nos han confiado, podamos decir con confianza: “aunque soy frágil, el Señor no se avergüenza de mi humanidad, al contrario, viene a habitar dentro de mí. Él me acompaña con su Espíritu, me ilumina y me transforma en instrumento de su amor para los demás, para la sociedad y para el mundo”.

Esa presencia de Dios en nosotros nos causa la alegría de la fe, la alegría de acoger al Señor y ser signo e instrumento de su amor en todas partes, sin entristecernos por los fracasos que tengamos. Como decía el empresario automotriz Henry Ford: “El fracaso no es más que una oportunidad de volver a empezar, esta vez de un modo más inteligente”.


Pbro. José Martínez Colín

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