Los fantasmas del pasado y el retroceso judicial
"Los fantasmas del pasado y el retroceso judicial", escribe Salvador García Soto en #SerpientesyEscaleras
Cual roedor que sale de su madriguera, después de varios meses de ocultamiento e hibernación, el expresidente López Obrador reapareció ayer públicamente para acudir a votar en la elección judicial de este domingo y ver así coronado uno de sus "caprichos" más vengativos y destructivos para la República.
Visiblemente más viejo y ya sin los mismos cuidados de imagen que tenía en la Presidencia, el tiempo se le vino de golpe en la cara y en el físico al político tabasqueño que, si bien se había mantenido en el ostracismo y el silencio, para muchos mexicanos no ha dejado de operar desde las sombras e influir en los asuntos públicos y en las decisiones del poder.
Cerebro y autor indiscutible del adefesio judicial que dio como resultado la desaparición del actual Poder Judicial independiente, para dar paso a un nuevo modelo judicial politizado y con jueces, magistrados y ministros, presuntamente electos por la ciudadanía, pero en los hechos seleccionados e impulsados por el régimen mediante la descarada inducción y coacción del voto y con el uso de maquinarias corporativas y clientelares que movilizaron a los votantes con sus "acordeones", donde les indicaban cómo y por quiénes debían sufragar, López Obrador buscó con su reaparición impulsar la muy escasa participación ciudadana en estos comicios.
De guayabera blanca y pantalón negro, con el pelo mucho más corto de como lo usaba en la Presidencia, el exmandatario habló brevemente con los reporteros que lo fotografiaban y seguían en la casilla del municipio de Palenque a donde llegó sólo y acompañado de los guardias militares que lo cuidan en su finca. "No he podido salir, es la tercera vez que salgo de la Quinta porque estoy escribiendo, estoy haciendo algo sobre nuestra grandeza cultural, pronto van a conocer un nuevo libro, a finales de año", dijo a los reporteros.
Aprovechó para ensalzar la consumación de su llamado "Plan C", con el que planeó durante todo su sexenio apoderarse y controlar al Poder Judicial, que fue el único contrapeso real que tuvo durante su mandato y que lo incomodaron e hicieron enojar con fallos judiciales y reveses a sus obras y proyectos. "Nunca en la historia de nuestro País el pueblo de manera directa había decidido y había tenido el derecho a elegir a jueces, magistrados, ministros del Poder Judicial. Es la primera vez en la historia. Por eso, quise participar en esta histórica elección", comentó.
Y como el eterno candidato en campaña y el cacique que sigue siendo de su movimiento político, no dejó de mandarle elogios y reconocimientos a la presidenta Claudia Sheinbaum, a la que prácticamente le robó los reflectores ayer domingo: "También compartir con ustedes una opinión, algo que confieso públicamente: tenemos a la mejor Presidenta del mundo, Claudia Sheinbaum. Lo repito, la mejor Presidenta del mundo", repitió el orgulloso padrino.
En fin que la reaparición de López Obrador que ya se esperaba, vino muy ad hoc con lo que para muchos representa la desairada elección de este domingo: un regreso al pasado más autoritario y antidemocrático de México. No sólo porque con el "nuevo Poder Judicial" no hay certeza alguna de que los integrantes que resulten electos sean realmente los mejores entre los candidatos que se presentaron a la contienda; se sabe, sí, y de eso no hay duda, que la mayoría de los que llegarán a integran la Suprema Corte, los Tribunales y los juzgados, hombres y mujeres, serán afines política e ideológicamente al régimen gobernante, pero eso no garantiza su capacidad, experiencia y mucho menos su independencia y autonomía a la hora de administrar la tan ausente justicia para los mexicanos.
Retrocedemos también, casi 30 años atrás, cuando las elecciones en este país eran controladas, manipuladas e inducidas desde el partido gobernante y sus aparatos corporativos y clientelares; antes fue el PRI, con sus sectores y organizaciones que organizaban los fraudes, ahora fue Morena, apoyada en sus programas sociales, sus ejércitos de activistas condicionando y coaccionando el voto a los sectores más pobres y vulnerables, pero también con los —viejos sindicatos antes priistas, hoy morenistas— que revivieron el viejo corporativismo y su voto clientelar.
Es decir que, muy lejos de la simulación y el "avance histórico" que ayer presumía el avejentado expresidente, cerebro del desmantelamiento del Poder Judicial autónomo y que repiten también como loros en el oficialismo, la realidad es que los comicios de ayer marcan un grave retroceso en la joven e imperfecta democracia mexicana de los últimos 28 años, para dar paso a las primeras elecciones manipuladas, inducidas y definidas incluso antes de que ocurrieran, en algo que parece ser la nueva modalidad "democrática y electoral" del régimen.
Y al mismo tiempo, con los muy previsibles resultados que difícilmente sorprenderán a alguien sobre los nombres y los perfiles que integrarán las nuevas instituciones de justicia, nos regresamos también a la más autoritaria era del presidencialismo mexicano, en donde desaparece la división de Poderes que consagra nuestra Constitución, para volver a concentrar todo el poder del Estado Mexicano en la depositaria del Poder Ejecutivo, que decide y somete a los otros dos poderes en busca no necesariamente del interés del país o de los ciudadanos, sino con un objetivo único y claro: la consolidación del nuevo régimen morenista, su poder absoluto para decidir, reformar, gastar y hasta eliminar a críticos y opositores, con miras a lograr su eternización en el poder.
La noche oscura de México comenzó hace unos años, cuando el reaparecido fantasma del pasado se enfermó de poder y se tornó en un autócrata, pero ayer domingo esa noche se hizo mucho más oscura y su duración cada vez más incierta, ante el retroceso, ese sí histórico, que ayer sufrió nuestra democracia y el avance del autoritarismo que hoy gobierna a este país... Los dados mandaron Doble Serpiente. Caída libre para la democracia y la República.