¿Qué se dirán Trump y Sheinbaum cara a cara?
"¿Qué se dirán Trump y Sheinbaum cara a cara?", escribe Salvador García Soto en #SerpientesyEscaleras
En el momento más tenso de las relaciones entre sus países y también entre ellos dos, la presidenta Claudia Sheinbaum y el presidente Donald Trump se verán por primera vez las caras dentro de tres días, cuando sostengan su primera reunión bilateral y presencial en el marco del encuentro del G7 en la montañosa ciudad de Kananaskis, en la provincia de Alberta, Canadá. Será la primera vez que la Presidenta de México y el Presidente de los Estados Unidos hablen frente a frente y los temas no les faltarán en una coyuntura especialmente tensa y ríspida de la relación bilateral.
De inicio, es muy probable que el primer encuentro entre los dos mandatarios ocurra en medio de las protestas de migrantes mexicanos y latinos que han cimbrado a la ciudad de Los Ángeles, pero que ya se han extendido a las principales ciudades de la Unión Americana. Y está claro que ese será uno de los puntos de mayor fricción en la reunión ya confirmada entre el Presidente republicano y la doctora, por las graves acusaciones que lanzó la Casa Blanca sobre el presunto apoyo del que acusan a la mandataria mexicana, el cual ella ha negado y desmentido, pero que para Trump sigue siendo un tema de "ataques de enemigos extranjeros", azuzado por "países tercermundistas".
Si logran brincar esas acusaciones y señalamientos que Sheinbaum ha calificado de falsos y hasta culpó a la oposición mexicana por sugerirlos en redes sociales, los temas que les quedarían tampoco son nada halagüeños ni sencillos de abordar: los aranceles impuestos por Trump al acero y aluminio mexicanos, el impuesto a las remesas de los migrantes que ahora lo quieren elevar a 5%, la lucha contra los cárteles de la droga en donde Washington presiona para que México acepte la "ayuda militar" que le ofrecen, la próxima renegociación del TMEC y las investigaciones y cancelación de visas que ha dictado el Departamento de Estado contra políticos mexicanos a los que señalan de tener vínculos con el narcotráfico.
Cualquiera de esos temas, a los que podría sumarse la futura renegociación del TMEC o la elección del nuevo Poder Judicial y las dudas que genera en la certeza para las inversiones estadounidenses, sería suficiente para tensar, complicar o de plano reventar el primer diálogo frontal y personal que tendrán Trump y Sheinbaum, que hasta ahora sólo han hablado siete veces por la vía telefónica, primero dirigiéndose elogios y piropos, luego subiendo el tono de las amenazas y presiones, para pasar de plano, con las protestas violentas en LA, a una acusación grave e inédita a la presidenta de México desde el Despacho Oval de la Casa Blanca.
Porque al final fue un acierto de la doctora Sheinbaum el aceptar la invitación pública que le formuló el presidente de Canadá, Mark Carney, para que acudiera a la reunión del G7, que se celebrará del 15 al 16 de junio en su país y aprovechara para tener un encuentro bilateral con Donald Trump y con el mismo Primer Ministro canadiense. Hasta ahora la Presidenta le ha dado preferencia a su agenda dentro del país y había despreciado otras invitaciones internacionales a las que mandaba representante, pero está claro que al aceptar viajar a Canadá, la Presidenta y sus asesores valoraron que el momento crítico que vive la relación con Estados Unidos ameritaba estar ahí y propiciar el primer encuentro cara a cara con Trump.
Será una oportunidad inmejorable para aclarar muchas cosas y hacer que el diálogo entre los dos países -que hasta ahora sólo se ha dado por la vía telefónica y a través de reuniones entre funcionarios de los dos gabinetes- entre en una nueva fase más directa y franca que permita resolver dudas, malos entendidos y hasta acusaciones mutuas. Mucho de lo que suceda en la compleja relación entre México y Estados Unidos, en el futuro inmediato, dependerá de la habilidad, disposición y apertura que tengan los dos presidentes para superar el incendio que hoy amenaza la relación.
Del lado mexicano la Presidenta ha insistido en que, a pesar de las tensiones, presiones y malos entendidos, ella siempre mantiene la "cabeza fría" y que su gobierno busca el diálogo y la cooperación "sin sometimiento"; del lado estadounidense Donald Trump ha sido mucho más cambiante e impredecible, porque lo mismo elogia y llama "gran mujer y gran presidenta" a la doctora, pero después la acusa de que "tiene miedo" de enfrentar al narco, de que no controla el territorio de su país y hasta de azuzar las protestas violentas en Los Ángeles.
Así que la expectativa es ver qué tanta madurez y capacidad para dialogar, más allá de sus marcadas diferencias ideológicas, políticas y hasta generacionales, demuestran los presidentes de México y Estados Unidos. El pronóstico es incierto y, tomando en cuenta el carácter de Trump, impredecible; pero los intereses comunes para las dos naciones no dejan de ser fuertes y potentes y eso hace pensar en que prevalecerá la prudencia y la madurez de ambos mandatarios. Por eso la pregunta es muy válida: ¿qué se dirán Sheinbaum y Trump cuando por fin estén cara a cara por primera vez?... Los dados mandan Doble Escalera. Subimos.