De tumbas, amor y periodismo: la profesión para narrar historias

Gabriel García Márquez periodista que inició investigando hechos reales y al involucrar el elemento mágico, convirtió las noticias en piezas literarias, pero también dejó géneros periodísticos ricos en lenguaje como las crónicas y periodismo narrativo

El trabajo de capturar y narrar las historias que guarda cada rincón de la ciudad, así como de los acontecimientos actuales, es una profesión de periodistas y fotógrafos que con sus herramientas las transmiten en medios de comunicación para informar, entretener y educar a la ciudadanía.  

Hace días en la redacción de Expreso le platiqué a una de las encargadas de redes sociales que cuando fui reportera trabajé en un diario de Los Cabos, Baja California Sur y ahí tuve la oportunidad de ir a un congreso de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en 2004, a la que fue Gabriel García Márquez y uno de sus editores, cuyo nombre no recuerdo, no es casual, por lo general no leemos el nombre de quienes realizan esta labor,  él habló sobre su experiencia como editor y le recordaba a Gabo “tuércele el cuello al cisne” porque el periodismo es objetivo y no puede tener lenguaje poético, además se tiene que apegar a los hechos, la frase del editor viene por el simbolismo del Cisne asociado con la poesía

Sin embargo, Gabriel García Márquez con la ayuda de su editor logró pulirse e incursionar en géneros periodísticos como la crónica, que es un género híbrido, en la que se puede utilizar lo que ahora se conoce también como periodismo narrativo

Le comenté que a la SIP llevé uno de mis libros favoritos de Gabriel García Márquez, ‘Del amor y otros demonios’, una historia que inició con hechos reales que Gabo, investigó en el antiguo convento de Santa Clara,  después de que el jefe de redacción le dijera que visitara el lugar porque recibió llamada de que estaban vaciando las criptas. 

El 26 de octubre de 1949 no fue un día de grandes noticias. El maestro Clemente Manuel Zabala, jefe de redacción del diario donde hacía mis primeras letras de reportero, terminó la reunión de la mañana con dos o tres sugerencias de rutina. No encomendó una tarea concreta a ningún redactor. Minutos después se enteró por teléfono de que estaban vaciando las criptas funerarias del antiguo convento de Santa Clara, y me ordenó sin ilusiones: “date una vuelta por allá a ver qué se te ocurre"

Gabriel García Márquez
periodista y escritor

Ahí en el prólogo del libro escrito por él mismo en Cartagena de Indias en 1994, Gabriel García Márquez narra que acudió al convento de las Clarisas que había sido también hospital y sería vendido para la construcción de un hotel “cinco estrellas”. Describe cómo los obreros estaban vaciando las criptas, que pertenecían a personas que tuvieron cargos en la iglesia y también con títulos de nobleza.

“El maestro de obra copiaba los datos de la lápida en un cuaderno de escolar, ordenaba los huesos en montones separados y ponía en la hoja con el nombre encima de cada uno para que no se confundieran” . 

Señala  que había una cripta cerrada del segundo marqués de Casalduero , don Ygnacio de Alfaro y Dueñas, “pero cuando la abrieron se vio que estaba vacía y sin usar”, que los restos de su esposa la marquesa, doña Olalla de Mendoza, estaban en su lápida propia en la cripta que estaba junto a la del marqués. sin embargo, había otra que llamó más su atención.

En la tercera hornacina del altar mayor, del lado del Evangelio, allí estaba la noticia. La lápida saltó en pedazos al primer golpe de la piocha, y una cabellera viva de un color de cobre intenso se derramó fuera de la cripta. El maestro de la obra quiso sacarla completa con la ayuda de sus obreros y cuanto más tiraban de ella más larga y abundante parecía , hasta que salieron las últimas hebras todavía prendidas a un cráneo de niña. En la hornacina no quedó nada más que unos huesecillos menudos y dispersos, y en la lápida de cantería carcomida por el salitre sólo era legible un nombre sin apellido: Sierva María de Todos los Ángeles. Extendida en el suelo, la cabellera espléndida medía veintidós metros con once centímetros

Gabriel García Márquez
periodista y escritor

Gabriel García Márquez investigó la historia de los restos humanos de esas criptas, a partir de la una leyenda que le contaba su abuela cuando él era un niño que trataba sobre “una marquesita de doce años cuya cabelleras le arrastraba como una cola de novia, que había muerto del mal de rabia por el mordisco de un perro, y era venerada en los pueblos del Caribe por sus muchos milagros”

Gabriel García Márquez le llevó nota con varias entregas al diario, además al meterle realismo mágico lo convirtió en una novela, que es esa ‘Del amor y otros demonios’ sobre una niña que es cuidada por las Clarisas al encontrarse poseída por demonios. El libro me lo firmó el mismo Gabo, quien abrazó mi grabadora al querer entrevistarlo y me dijo que ya no daba entrevistas. No es el único libro que llevó la noticia al realismo mágico. Ahora la Fundación Gabo apoya al periodismo narrativo a través de talleres. 

De tumbas, amor y periodismo: la profesión para narrar historias

Después me dio gusto ver una nota publicada del reportero gráfico, Jesús Ballesteros sobre la tumba de Concepción M. de Rivera, ubicada en la manzana uno del panteón Yáñez, mejor conocida como "la tumba de la foto".

El fotoperiodista habla de la técnica fotográfica del retrato que tiene más de 100 años, una historia que guarda el panteón Yáñez, que ahora es un bosque urbano. Sin duda los reporteros gráficos son quienes tienen el pulso de las historias de la ciudad al poner atención en los detalles.