Familia de organilleros de Toluca trae música y tradición a Sonora
Una familia de organilleros recorre México llevando música, cultura y nostalgia; su organillo y Chucho, el changuito de peluche en Hermosillo.
Una alegre melodía se escucha a lo lejos… es el sonido del pasado que sigue vivo sobre ruedas. Ignacio, Santiago y su papá, don Ignacio Santiago Saavedra, han llegado a la ciudad trayendo consigo más que música: traen historia, cultura y una tradición que resiste el paso del tiempo.
Originarios de Toluca, esta familia forma parte del Sindicato de Organilleros, y ha venido recorriendo el país estado por estado, alegrando las calles de Querétaro, León, San Luis Potosí, Aguascalientes, Zacatecas y hasta Sinaloa, donde, lamentablemente, la inseguridad les impidió compartir por completo su arte. Pero hoy el viaje continúa con entusiasmo, y Hermosillo es su punto más lejano al norte antes de emprender el regreso hacia Nayarit.
Con ellos viene también Chucho, un simpático changuito organillero… de peluche. Pero detrás de este muñeco hay una historia entrañable: antes, el papá de Ignacio tenía un chango real que lo acompañaba en sus presentaciones en la Ciudad de México, haciendo malabares y provocando sonrisas. Sin embargo, por nuevas leyes de protección animal, el pequeño fue retirado, y ahora Chucho, su versión de peluche, sigue llevando alegría como su fiel sucesor.
Su instrumento principal, el organillo, es una joya musical de origen alemán que forma parte del alma sonora de la Ciudad de México. Tiene capacidad para tocar sólo ocho melodías, entre ellas clásicos como La Rielera, Cielito Lindo, Amor Eterno, Rancho Grande, 100 años, Eterna, En tu día y Club Verde. Aunque limitado en número, su sonido nostálgico evoca recuerdos en quienes lo escuchan.
Por las altas temperaturas del norte del país, que pueden desafinar el instrumento, esta familia musical viaja buscando climas más templados. Pero en esta temporada de otoño, Hermosillo les da la bienvenida con los brazos abiertos.
Este fin de semana, los podrás encontrar tocando en el crucero de Rodríguez y Luis Encinas, y también sobre el Boulevard Hidalgo. Si los ves, detente un momento. Escucha. Regresa por un instante a un México donde la música vivía en las esquinas y los changuitos saludaban al compás de un organillo.
Porque tradiciones como estas no sólo deben escucharse… deben sentirse.