Principal razón del porqué los jóvenes mexicanos ya no quieren tener hijos
La transición demográfica en el país se acelera hacia el envejecimiento poblacional, mientras los adultos jóvenes priorizan la estabilidad profesional y el bienestar personal sobre la paternidad debido a las marcadas limitaciones financieras y laborales.
La decisión de procrear en México enfrenta una transformación social impulsada por factores del entorno que superan el aspecto biológico.
Datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), confirman la persistencia en la reducción de la tasa de natalidad.
Durante el año 2023 se registraron 1 millón 820 mil 888 nacimientos, cifra que significa una disminución del 3.75% en comparación con 2022.
El informe "Estado de la Población Mundial 2025" del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) revela que uno de cada tres mexicanos tendrá menos descendencia de la deseada. Esta situación no responde necesariamente a una preferencia personal, sino a la limitación de recursos disponibles.
El documento alerta que la problemática nacional no reside únicamente en la baja cantidad de alumbramientos, sino en la imposibilidad de la población para cumplir sus deseos reproductivos. Este fenómeno configura una crisis de fecundidad con características específicas, donde las condiciones materiales dictan las decisiones familiares.
El reporte detalla las causas directas de esta tendencia. El 23% de los encuestados atribuye la falta de hijos a dificultades de vivienda, ya sea por espacio insuficiente o por los costos de renta y adquisición. El 21% señala el desempleo o la precariedad laboral como el factor principal, mientras que el 14% identifica la carencia de servicios de cuidado infantil adecuados.
Barreras económicas
Estas circunstancias provocaron que el 21% de la población no lograra concebir en el momento considerado ideal. La Gaceta UNAM publicó testimonios de jóvenes mexicanos cercanos a los 25 años, quienes agrupan sus razones para evitar la concepción en ejes específicos, predominando las cuestiones financieras.
Muchos descartan la maternidad o paternidad al considerar inviable ofrecer una vida digna ante la precariedad laboral y el costo de vida actual. La salud emocional también influye, pues algunas personas temen replicar entornos de violencia o carencia afectiva experimentados en su infancia.
Otros argumentos incluyen la preocupación por la sobrepoblación, la saturación de recursos y la contaminación. La inseguridad y la violencia, especialmente la ejercida contra las mujeres, generan temor sobre el entorno al que se expondría a la descendencia. Además, se menciona la prevención de enfermedades hereditarias genéticas o psiquiátricas.
El embarazo y los proyectos personales representan otro punto de inflexión. Las entrevistadas indican que la gestación implica cambios físicos y de planes de vida, por lo que prefieren dedicar tiempo a metas como el estudio, los viajes o la superación profesional antes de asumir la crianza.
Cambio demográfico
La conclusión general establece que los jóvenes analizan las condiciones del país y optan por enfocar esfuerzos en su bienestar personal. Esta reducción en las tasas de natalidad, sumada a la disminución de la mortalidad y el aumento de la esperanza de vida a 75.5 años, conduce a un envejecimiento demográfico acelerado.
Proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo) indican que en México residen 17,121,580 personas adultas mayores, lo que equivale al 12.8% de la población hasta 2025. Se estima que para 2030 este grupo superará en número a la población infantil de entre 0 y 14 años, alcanzando una proporción del 14.96%.
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Para el año 2070, el porcentaje de personas mayores podría llegar al 34.2%. Ante este escenario, el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) subraya la necesidad de implementar acciones que aseguren el bienestar de este grupo creciente.
Se requiere promover tanto el aumento de la esperanza de vida al nacer como la esperanza de vida saludable. El Inapam considera vital incorporar un enfoque de equidad de género para garantizar una vejez digna y reforzar las políticas públicas destinadas a atender los retos del envejecimiento poblacional en el país.


