Cómo prepararnos para la muerte: cerrar círculos y dejar legado

La tanatóloga Elisa Cavazos plantea una guía práctica para enfrentar la muerte propia y de los nuestros: trabajar lo emocional, asumir un marco espiritual acorde a las creencias y reconocer la impermanencia. El eje: cerrar ciclos y decidir qué legado dejamos.

La tanatóloga Elisa Cavazos sostuvo que en México “no estamos preparados” para la muerte porque culturalmente se le evade: “nos enseñan a reírnos de la muerte, pero no a prepararnos”.

Su propuesta: trabajar lo emocional, definir un marco espiritual apegado a las creencias de cada quien y reconocer la impermanencia de la vida, con acciones concretas para cerrar círculos y dejar legado.

Tres áreas fundamentales:

  • Emocional: identificar pendientes, “decir lo que falta”, pedir un abrazo, reparar vínculos, mirar culpas y resentimientos. “Cuando nos preparamos emocionalmente empezamos a sanar vínculos y a reconocer emociones”, dijo
  • Espiritual: cualquier marco de sentido que conecte con la fe o filosofía personal; entender que somos seres transitorios y que “cambiamos de forma”, no que dejamos de existir de golpe
  • Impermanencia: aceptar que nacemos, existimos y morimos; llevar ese entendimiento a decisiones diarias: a quién llamo hoy, qué converso, qué cierro

Intercalando su enfoque práctico, la especialista subrayó que el peso de la ausencia suele aumentar cuando hay culpa por lo no dicho o no hecho. “A veces la ausencia se siente muy pesada cuando detrás hay culpa”, afirmó.

De ahí la urgencia del cierre de ciclos: conversaciones pendientes con madres, padres, hijas, hijos, amistades; gestos simples como pedir y dar abrazos; y, cuando no hubo contacto suficiente, buscar acompañamiento profesional para transitar el duelo.

Preduelo: el tiempo que sí tenemos

En casos de enfermedad terminal —o de vejez avanzada—, planteó el concepto de preduelo: “no es que empecemos a prepararnos entonces; es un preduelo”, explicó. Ese periodo permite ordenar asuntos, despedirse, agradecer y acompañar sin negar lo que viene. El preduelo, insistió, es la oportunidad de cerrar lo inconcluso con quien se va y con quienes se quedan.

La tanatóloga propone calendarizar la reconexión afectiva para no posponerla: agendar llamadas, visitas y conversaciones clave. “¿Qué semilla estás dejando?”, pregunta. La metáfora guía su visión del legado: cada vida es un árbol que dio sombra; el legado es la semilla que permanece en quienes nos sobreviven: valores, cuidados, formas de amar.

  • Acciones inmediatas: elaborar una breve lista de pendientes (perdones, agradecimientos, explicaciones), programar tres encuentros concretos, dejar por escrito deseos sobre despedidas y objetos con valor emocional
    Relación y cuerpo: reivindicar el contacto. “El órgano más importante es la piel; el contacto corporal ancla la memoria afectiva”, planteó, aludiendo a marcos teóricos que subrayan el vínculo como base de seguridad emocional
    Autoconocimiento: cada historia es distinta; no hay “manual único”. Por eso propone revisar contexto familiar, creencias y estilo emocional para diseñar rituales y acuerdos a la medida

“Nos reímos de la muerte, pero no nos enseñan a prepararnos


Sobre la culpa, apuntó: “Ve y tómalo: pide un abrazo, exprésate, cierra ciclos”. Y cerró con un reto personal: “Hay una cuarta etapa de la vida: los recuerdos que dejamos en quienes se quedan. ¿Cuál quieres dejar?”.

Medidas y respuesta práctica (sin melodrama, con servicio)
— Convertir la reflexión en hábitos: un bloque semanal para vínculos (llamada, visita, carta).
— Preparar un legado emocional: carta a la familia, cuaderno de historias, recetas, listas de gratitud, álbum comentado.
— Acudir a acompañamiento tanatológico cuando la tristeza se estanca, hay culpa persistente o síntomas físicos asociados al duelo.