Que no marchen, Cortés, cuál tesoro

"Que no marchen, Cortés, cuál tesoro", escribe Carlos Marín en #ElAsaltoalaRazón

La gentrificación se da en ciudades prominentes con barrios “populares” que son renovados por gente de mayores ingresos, lo que provoca el desplazamiento de pobladores “originales” al motivar cambios de uso de suelo, instalación de nuevos comercios, servicios y aumento de precios de las propiedades y los arrendamientos.

En Venecia, Florencia, Nueva York, Madrid o Barcelona se han multiplicado las manifestaciones contra la llegada de extranjeros y el contagio se manifestó ya el viernes en la capital de México.

Centenares de personas provenientes de Iztacalco, Xochimilco, Gustavo A. Madero y Cuajimalpa ligadas a pandillas invasoras de casas y departamentos, apoyadas por vándalos embozados que causaron destrozos en inmuebles y espacios públicos, se expresaron contra el asentamiento, sobre todo de estadounidenses, en las colonias Condesa, Juárez y Roma, pero dijeron hablar también por los vecinos de Santa María la Ribera, Del Valle y Coyoacán, que jamás han sido “populares”.

En pintas, pancartas y coros pudieron leerse y escucharse consignas inauditas de odio, el más idiota “Haz barrio y mata un gringo”, “¡Fuera gringos!”, “¡Gringos, go home!”, “Estamos hartos de sus euros y dólares”, “Tu turismo desplaza la vivienda digna”, “Aquí se habla español”…

Hasta principios de 1970, en establecimientos texanos colocaban la advertencia: “Aquí no se admiten negros, perros ni mexicanos” (en ese orden).

Aunque la Jefa de Gobierno y la Presidenta condenaron la xenofobia, durante ni después de los disturbios hubo una sola detenida o detenido por los desmanes del siniestro Bloque Negro, el violento ajonjolí de todos los moles callejeros que hace violentas muchas manifestaciones.

Una señora de 74 años de la Condesa dijo a Excélsior que los auténticos vecinos decidieron no acudir porque “no deseaban ser parte de actos vandálicos”, que comenzaron en el foro Lindbergh del Parque México, donde realizaron pintas y grafitis en que se leía: “Fuck gringo” y “Palestina Libre” y atacaron “con palos, piedras y petardos” restaurantes, mobiliario urbano, sucursales bancarias y hasta las pérgolas y sombrillas colocadas frente a las terrazas, e insultaron y agredieron a los sorprendidos comensales.

Hay razones y preocupaciones legítimas contra la gentrificación, pero la manifestación despidió el tufo nacionalpopulista del “pueblo politizado” que tanto encomia el obradorato.

En perjuicio de los paisanos que están siendo cazados en Estados Unidos, el miserable suceso fue aprovechado por el Departamento de Seguridad Nacional del gobierno de Trump, que difundió fotografías de carteles exhibidos en Ciudad de México (entre otros la babosada Paga impuestos, aprende español, respeta mi cultura), con esta sarcástica y sañosa conminación:

“Si se encuentra ilegalmente en Estados Unidos y desea unirse a la próxima protesta en la Ciudad de México, utilice la aplicación CBP Home para facilitar su salida”.

Aplica entonces el “¡Tengan para que aprendan!” de López Obrador…

Carlos Marín

cmarin@milenio.com