No pudieron los asesinos… ni AMLO

"No pudieron los asesinos… ni AMLO", escribe Carlos Marín en #ElAsaltoalaRazón

La víspera del atentado al que sobrevivió Ciro Gómez Leyva, López Obrador había rematado su mañanera atizando su rabiosa cruzada:

“Imagínense si nada más escucha uno a Ciro o a Loret de Mola o a Sarmiento, no, pues. Además, es hasta dañino para la salud. Si los escucha uno mucho, hasta le puede salir a uno un tumor en el cerebro. Bueno, adiós, adiós…”.

Tal era el contexto nacional de la noche en que un matón le disparó nueve o más tiros, casi todos dirigidos a la cabeza y cara.

La cita viene en su reportaje de sí mismo que acaba de publicar Planeta: No me pudiste matar, retomada del libro y narrada casi de memoria por Joaquín López-Dóriga en la presentación electrónica del testimonio bibliográfico del sobreviviente.

Con Ciro a distancia en su adoptado Madrid y acompañado por la querida reportera Miriam Moreno y el entrañable Manuel Feregrino en el estudio de Radio Fórmula, Joaquín lo dijo así:

“El día anterior López Obrador, en su ofensiva permanente contra ti, contra Loret, contra Sarmiento, contra mí; el día anterior, miércoles 14 de diciembre, López Obrador, en modo López Obrador, decía: ‘Es gente muy deshonesta, hay que seguir informando, no dejarles libre el terreno’…”, y reprodujo la cita tumural de López Obrador.

Miriam -“que me acompañó tantas veces en las audiencias en este proceso”, acotó Ciro- recordó que esa noche no le importó la nota, sino la víctima, y se puso enseguida a lo que su jefe querría: reportear.

Lo más exquisito de las intervenciones fue cuando Joaquín hizo ver que “tu atentado nos hizo más vulnerables a todos” y que, ignorados hasta hoy los motivos, la identidad o identidades de quien o quienes quiso o quisieron asesinar a Ciro, los cuatro coincidieron en que el agresor más evidente y constante fue López Obrador, cocinero del caldo de larvas en que se produjo el atentado.

También López-Dóriga dio pie para el gran final, porque Gómez Leyva vive “afortunadamente y gracias a Dios. Aunque Ciro diga que ‘es la suerte’, yo siempre he dicho que gracias a Dios. Es por el blindaje que traía la camioneta y efectivamente, porque seguramente Dios lo estaba acompañando, porque ‘la suerte’ habría sido otra (…). Te entiendo, Ciro, pero vamos a hablar de la suerte: no soy de los que van a misa, pero soy de los que creen en Dios. Cada vez que te digo ‘fue un milagro’ me dices: ‘Fue la suerte’, y hay quienes dicen hay que darle gracias a la vida. ¡No!, estás viviendo esa otra vida en la que no crees, fue una resurrección, porque técnicamente, de acuerdo con el complot, tenías que haber muerto esa noche. Te tiraron a matar (…). Que el blindaje, que porque eran balas expansivas, ¡no, Ciro!, esas son explicaciones que se busca uno. Hoy estamos aquí”.

Y concluyó:

“El que se decía inmortal y que trascendería en la historia, hoy está escondido, porque no puede salir”.

Pese a estar estremecido, Ciro no dejaba de sonreír.

Lo mejor de todo, en fin, es que sus agresores fallaron. No pudieron matarlo...

Carlos Marín

cmarin@milenio.com