Expectativa por la respuesta de Hamás a Trump

"Expectativa por la respuesta de Hamás a Trump", escribe Irene Selser en #Entrevías

Mientras el Gobierno de Estados Unidos se encaminaba este martes hacia un eventual cierre, el primero en seis años, ante la falta de acuerdo en el Congreso para aprobar el presupuesto y mantener las operaciones federales, Donald Trump advertía a Hamás que tiene “tres o cuatro días” para responder a su plan de paz de 20 puntos para Gaza, presentado el lunes por el republicano en la Casa Blanca, casi dos años después del inicio de la guerra tras los ataques del 7 de octubre de 2023.

“Hamás lo hará o no lo hará, y si no lo hace, será un final triste”, dijo Trump a la prensa en medio de una agenda apretada que incluyó su desordenado discurso ante altos mandos militares en la Base del Cuerpo de Marines en Quantico, Virginia. En la inusual reunión, convocada por el secretario de Guerra, Pete Hegseth, Trump elogió la militarización de las ciudades mediante el despliegue de la Guardia Nacional y prometió erradicar de las Fuerzas Armadas la cultura “woke” (progresista), advirtiendo que despediría a oficiales que no respalden su agenda. También repitió afirmaciones falsas ya expresadas en la ONU, como que resolvió “siete guerras” y que el conflicto israelí-palestino tiene “tres mil años”, cuando en realidad comenzó hace 78, con la creación en la entonces Palestina del Estado de Israel, en mayo de 1948.

Los comentarios de Trump siguieron a un discurso de 45 minutos de Hegseth, previsto inicialmente como único orador del evento, quien exhortó a los mandos castrenses a renunciar si no estaban alineados con su visión. Subrayó la necesidad de “estrictos estándares físicos” para el personal militar (“es completamente inaceptable ver a generales y almirantes gordos en los pasillos del Pentágono”) y aludió al nuevo documento de estrategia nacional cuya divulgación es inminente.

Según CBS News, que cita fuentes palestinas en Qatar, Hamás se estaría inclinando a aceptar el plan de Trump, aunque el primer ministro qatarí, Mohamed bin Abdulrahman, afirmó que la propuesta “aún necesita aclaraciones y detalles adicionales” sobre cuestiones esenciales, como los mecanismos de la “retirada israelí de la Franja de Gaza”. Consultado sobre si había margen para negociar, Trump respondió: “No mucho” (…) si Hamás no acepta desarmarse y desmovilizarse, esto tendrá un final triste”.

El plan cuenta con el respaldo de un grupo de países árabes y musulmanes, además de Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y la Autoridad Palestina (AP), encabezada en Cisjordania por el nonagenario Mahmud Abás. Sin embargo, fuentes palestinas citadas en Doha consideraron que la propuesta está sesgada a favor de Israel, al no garantizar derechos de autonomía para los gazatíes ni la creación de un Estado palestino en la Franja de Gaza, Jerusalén Este y Cisjordania, el núcleo del conflicto desde hace ocho décadas.

Un rechazo por parte de Hamás, no obstante, expondría a la organización islamista al aislamiento diplomático y a mayor presión internacional, además de prolongar el bloqueo y el sufrimiento de la población civil en Gaza, sometida a la intensificación de los bombardeos israelíes, escasez de alimentos, medicinas y servicios básicos, en el marco de lo que la ONU ha calificado como una política de exterminio desde 2023.

El documento de 20 puntos prevé la liberación de todos los rehenes israelíes (vivos o muertos) en un plazo de 72 horas y la conformación de un gobierno de transición “tecnocrático” supervisado por actores internacionales, con Trump al frente de un “Consejo de Paz”. Si bien muchos lo ven más como un borrador que como una hoja de ruta para terminar la guerra, que ha dejado al menos 66 mil gazatíes muertos, en su mayoría mujeres y niños, la propuesta supone un cambio respecto a las posturas anteriores del republicano, que en febrero instó a los dos millones de habitantes de Gaza a abandonar masivamente el enclave para reconstruirlo (sin ellos) como “la Riviera de Oriente Medio”.

El punto12 del plan establece que “nadie será obligado a abandonar Gaza; quienes deseen irse serán libres de hacerlo y libres de regresar. Se fomentará que las personas permanezcan y se les ofrecerá la oportunidad de construir una Gaza mejor”. Otros apartados incluyen el cese de la ofensiva israelí, la eliminación de túneles e infraestructura militar, la liberación de cientos de palestinos presos en Israel y la entrada inmediata de ayuda humanitaria gestionada por la ONU, la Media Luna Roja y otros organismos neutrales.

Presionado por el aislamiento internacional a causa de la prolongación de la guerra y de las acusaciones de genocidio (muertes masivas, desplazamiento forzado de la población, destrucción sistemática de infraestructura vital y uso del hambre como arma de guerra), Netanyahu dio su apoyo al plan, aunque con dos condiciones, según Le Monde: 1) Gaza quedaría desmilitarizada bajo control de seguridad israelí, sin que Hamás ni la Autoridad Palestina gobiernen el territorio; y 2) rechazo a la creación de un Estado palestino, al que considera una “recompensa al terrorismo” y una amenaza para la seguridad israelí.

En Israel, los ministros de extrema derecha Bezalel Smotrich (Finanzas) e Itamar Ben-Gvir (Seguridad Nacional) amenazaron con desestabilizar al gobierno si se aplica el plan tal como está (“es un fracaso diplomático”, dijo Smotrich). En contraste, sectores de la sociedad civil y las familias de los rehenes exigieron aceptar el acuerdo y poner fin al conflicto.

El Foro de Familias de Rehenes y Desaparecidos expresó una “esperanza cautelosa” de que el plan de alto el fuego pueda conducir a la liberación de sus seres queridos, mientras miles de personas marchaban ayer en Tel Aviv pidiendo al gobierno que firme el acuerdo. Los manifestantes irrumpieron en las oficinas del partido oficialista Likud y colgaron un cartel con la leyenda: “¡Acaben ya con la guerra, maldita sea!”.