Estado palestino: la ‘solución final’
"Estado palestino: la ‘solución final’", escribe Irene Selser en #Entrevías
Cada día se hace más evidente el plan del líder israelí Benjamín Netanyahu y su gabinete ultranacionalista: llegar al 14 de mayo de 2028, cuando se cumpla el 80.º aniversario de la fundación del Estado de Israel y anunciar la creación del “Gran Israel”. La idea, no expresada de manera explícita, busca sumar a los actuales 22 mil 145 km² del país fundado en 1948 otros seis mil 90 km², incorporando la diezmada Franja de Gaza (365 km²), la ocupada Cisjordania (seis mil 655 km²) y la disputada Jerusalén Este (70 km²), “limpias” ya de palestinos.
Los tres territorios deberían conformar el Estado de Palestina, pendiente de reconocimiento desde 1947. Hasta ahora, este ha sido reconocido por 147 países y respaldado por unas 150 resoluciones de la ONU, como la Resolución 67/19 de 2012, que otorgó a Palestina el estatus de “Estado observador no miembro”, similar al de la Santa Sede.
Para el laico Netanyahu, considerado uno de los gobernantes más expansionistas en la historia de Israel, junto con su coalición de partidos de extrema derecha, ultranacionalistas y ultraortodoxos, hacer realidad la visión del “Gran Israel” (que incluiría partes de Jordania, Líbano, Egipto y Siria) es una “misión histórica y espiritual”. El costo: convertir en parias a cerca de seis millones de palestinos, obligados a la muerte o el destierro, profundizando la crisis humanitaria que los afecta desde hace casi 80 años. Otros ocho millones de palestinos viven en la diáspora.
Del 9 al 23 de septiembre tendrá lugar en Nueva York el 80.º periodo de sesiones de la Asamblea General, que también marcará los 80 años de las Naciones Unidas. Cinco países anunciaron que se sumarán al reconocimiento: Francia, Reino Unido, Canadá, Malta y Australia.
La pregunta es: ¿qué “Estado de Palestina” reconocerán los líderes Emmanuel Macron (Francia), Keir Starmer (Reino Unido), Mark Carney (Canadá), Myriam Debono (Malta) y Anthony Albanese (Australia), cuando desde el 7 de octubre de 2023, en respuesta al ataque terrorista de Hamás a Israel (con saldo de mil 200 israelíes muertos y cientos de secuestrados), más de 88% de la Franja de Gaza ha sido destruida o gravemente dañada por las Fuerzas de Defensa israelíes (FDI) y entre 50% y 62% de los edificios también han resultado dañados o destruidos? Se calcula que la limpieza de los escombros podría tardar hasta 14 años y costar entre 500 y 600 millones de dólares.
Otros datos relevantes: 1) Hambruna generalizada en Ciudad de Gaza, según la ONU, con más de un millón de personas expuestas a niveles catastróficos de inseguridad alimentaria por “privación extrema de alimentos, desnutrición aguda y muertes por inanición”, promovida como arma de guerra. 2) Más de dos millones de gazatíes desplazados, sin acceso a viviendas seguras ni servicios básicos. 3) Al menos 62 mil 819 muertos y más de 158 mil heridos (hasta este martes). 4) De los muertos, 18 mil son niños y, de los heridos, 33 mil (Unicef). 5) 240 periodistas palestinos asesinados por fuego israelí, incluyendo los cinco colegas de medios internacionales (Reuters, AP, NBC, Middle East y Al Jazeera) en el doble ataque aéreo al Hospital Nasser (sur). 6) Al menos mil 150 médicos y enfermeros muertos y 412 trabajadores de organismos humanitarios asesinados.
El concepto del “Gran Israel” no es nuevo: se remonta a fines del siglo XIX con el escritor Vladímir Jabotinsky (Odesa, Imperio ruso), fundador del revisionismo sionista, quien abogó por crear un Estado judío que abarcase toda la tierra histórica de Israel, como plantea hoy Netanyahu. Esto contrasta con el sionismo laborista de Ben Gurion, Yitzhak Rabin y Shimon Peres, defensores de un Estado judío fuerte, pero dentro de fronteras seguras, en coexistencia pacífica con los palestinos y reconociendo la solución de dos Estados.
Un paso significativo en pro del “Gran Israel” es la aprobación del controvertido proyecto de asentamiento E1, que implica la construcción de más de tres mil viviendas adicionales en Cisjordania, dividiendo el territorio en dos. El ministro de Finanzas israelí, el ultraderechista Bezalel Smotrich, fue claro: “Un paso significativo que acaba con la ilusión de los dos Estados” (El País, 14-08).
Desde octubre de 2023, más de mil palestinos (incluidos 143 niños) han muerto en Cisjordania y cerca de siete mil han resultado heridos por colonos y soldados, la cifra más alta desde 2005. Además, las FDI cometieron más de 104 mil violaciones en el territorio, incluyendo redadas, demoliciones de viviendas y ataques aéreos, con saldo de casi mil palestinos muertos y más de seis mil 900 heridos (ONU).
Se trata de una política de limpieza étnica y despojo sistemático, comparable al “vernichtung” (exterminio) o a la más burocrática “endlösung” (solución final), términos usados por Hitler y el régimen nazi dentro de la lógica genocida que desembocó en la Shoá (Holocausto).
El discurso oficial israelí considera inadmisible y “antisemita” hablar de una “solución final” aplicada a los palestinos, ya que eso los equipara con sus antiguos victimarios. Pero, como dijo la filósofa Hannah Arendt, particularmente crítica de Israel (no por negar su existencia, sino por el peligro de un nacionalismo exclusivo), la memoria del Holocausto no debe convertirse en una “ideología de victimización” que sirva para justificar la violencia.
No hay que olvidar que Israel nació en lo que era el Mandato Británico de Palestina (lo que hoy corresponde a Israel, Gaza y Cisjordania), establecido en 1922 por la Sociedad de Naciones. Según el censo británico de ese año, la población era de 757 mil personas: 590 mil árabes (78%), 83 mil judíos (11%), 73 mil cristianos árabes (10%) y otros (druzos, samaritanos, etc.), 11 mil (1%). El Mandato fue dividido por la ONU en dos Estados independientes, en contra de la voluntad de los palestinos: Israel, con 55% del territorio y Palestina, con 45%. Hoy, los palestinos aún esperan por su Estado, cuando controlan menos de la mitad de ese porcentaje original.