Dudas y claves de una ejecución
"Dudas y claves de una ejecución", escribe Raymundo Riva Palacio en #EstrictamentePersonal
El asesinato de dos colaboradores muy cercanos de Clara Brugada, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, sacudió el corazón del régimen. A Brugada la tocó en lo más profundo, y estuvo a punto de quebrarse durante un mensaje que sólo sirvió para llenar espacios y evitar rumores. A la presidenta Claudia Sheinbaum la empujó la noticia a minutos de confusión en Palacio Nacional y recordó a Ximena Guzmán, secretaria particular de Brugada, y José Muñoz, su principal asesor político, como parte del movimiento obradorista.
La violencia nacional pegó en los dos niveles más altos de la administración pública, de la peor manera posible. Fue directo contra Guzmán, colaboradora y amiga de Brugada por más de 15 años, mientras podría argumentarse que Muñoz, a quien conoció de muy joven, que por los movimientos del atacante no era el objetivo central, y fue un daño colateral.
Los disparos se centraron en Guzmán, con tiros agrupados en el parabrisas a la altura de la cabeza de la funcionaria, que posiblemente -lo determinarán los peritajes- le causaron la muerte. El asesino disparó a Muñoz al iniciar su huida, sin tener movimientos que mostraran que también buscaba matarlo, antes de rematar a Guzmán por el vidrio lateral del conductor.
Las imágenes de la cámara de seguridad que capturó el momento del crimen, muestran que el asesino huyó a pie en dirección contraria al tráfico, y parecía llevar una pañoleta que le cubría parte de la cara. No se manejaba como un amateur. Mostró tener mano firme -aparentemente entrenada- para disparar y supo a dónde dirigirse para escapar. No se puede descartar, sin embargo, que sea una pieza desechable para quienes son el o los autores intelectuales del ataque y que sea el tercer muerto conectado con este crimen.
El asesinato, puede conjeturarse en este momento, no fue improvisado. Fue planeado, como se puede deducir por la información que arrojaron las primeras imágenes del ataque, porque revela que se estudiaron las rutinas de Guzmán y que probablemente sabían que a una determinada hora y en el mismo lugar recogía a Muñoz, con quien recorría seis kilómetros hasta el Palacio del Ayuntamiento, la oficina de la Jefa de Gobierno en el Zócalo. En ese punto, junto a un paso a desnivel peatonal, el asesino esperó a su víctima.
Los investigadores determinarán la mecánica del asesinato, cometido alrededor de las 7:30 de la mañana sobre la Calzada de Tlalpan, esquina con Napoleón, muy cerca de la estación Xola del Metro y del viaducto Miguel Alemán. Es decir, por la hora y el lugar, se dio cuando la circulación comenzaba a sentirse pesada y había mucha circulación de personas y vehículos. Los testigos que vieron el asesinato podrán aportar detalles que permitan la identificación del asesino, que para haber actuado en esas condiciones, debió haber pensado -como lo hacen todos-, que podía salir impune de lo que hizo.
Se desconoce el móvil del crimen, pero la forma como reaccionaron Sheinbaum y Brugada podría descartarse en principio un asesinato pasional, que no estuvo en ningún momento, por su conducción, en su imaginario. También en principio, y meramente como una hipótesis de trabajo, podría eliminarse una motivación política, aunque el asesinato golpeó al sector más duro y comprometido con el proyecto de nación del expresidente Andrés Manuel López Obrador. La Presidenta comentó también que no tenían conocimiento de que hubiera amenazas en su contra.
El asesinato de los colaboradores de Brugada se inscribe, no obstante, en la ola de violencia que sacude al país y que ha venido al alza en la Ciudad de México.
Lo sucedido ayer alcanzó una gran prominencia por quienes murieron, que no había tenido nada comparable en la Ciudad de México desde 2020, cuando el Cártel Jalisco Nueva Generación intentó asesinar a Omar García Harfuch, en ese entonces secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de la Ciudad de México. Sin embargo, no es el único asesinato de alto impacto que ha sacudido las estructuras capitalinas. En julio del año pasado asesinaron a Milton Morales, coordinador de Estrategia y Operaciones Policiales de la Secretaría de Seguridad capitalina, muy cercano de García Harfuch, que esperaba incorporarlo al Gobierno federal.
La línea de un asesinato cometido por un grupo criminal tendrá que ser una de las líneas de investigación de este crimen. Sobre todo porque en el penúltimo año de gobierno de López Obrador, le informó el gabinete de Seguridad que habían detectado que el Cártel Unión Tepito, que es la organización criminal dominante en la Ciudad de México, había puesto precio por “la cabeza” de Brugada, molestos por un reacomodo político-criminal en Iztapalapa. López Obrador ordenó que reforzaran la seguridad de Brugada, que con el tiempo se fue relajando, al igual que los temores de que hubiera una acción contra ella.
Todos los antecedentes y precedentes tendrán que ser incorporados dentro de las hipótesis de las autoridades capitalinas, para encontrar no sólo a los autores materiales sino, sobre todo, a los intelectuales y conocer cuáles fueron las razones que los llevaron a contratar un sicario que realizara la ejecución. No fue un asesinato ordinario, sino profesional. Si no se sabían de amenazas contra Guzmán o Muñoz, la pregunta es para quién iba dirigido el mensaje y qué hay de trasfondo en él.
Por lo pronto, todo esto son meras conjeturas y las investigaciones recién comenzaron. Pero es de enorme relevancia para Brugada y para Sheinbaum conocer al detalle -que no significa informar al detalle- quiénes y por qué decidieron matarlos colaboradores tan queridos.
Hay muchas dudas sobre el crimen, pero también algunas claves. Se puede descartar un intento de desestabilizar al régimen, que habría requerido de un objetivo en el primer nivel del Gobierno federal. Parece más una acción acotada al Gobierno capitalino. ¿Por qué no asesinaron a Guzmán al salir de su casa, lejos de las cámaras de seguridad, de una manera más segura para escapar impunemente? Esta es la pregunta central, porque quien lo ordenó, a menos que sea un loco, quiso mostrar músculo para castigar con la mayor exposición. Y si lo hizo, es porque puede.
Raymundo Riva Palacio
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