El narco ahora también es constructor
"El narco ahora también es constructor", escribe Salvador García Soto en #SerpientesyEscaleras
En la realidad del México sin ley, donde el crimen organizado manda y lo mismo amedrenta y agrede a la población que cobra derecho de piso a comerciantes, productores agrícolas, empresarios o a la población en general, las actividades productivas de este país están siendo secuestradas por los criminales y narcotraficantes.
Es sabido, por autoridades y sociedad, que el narco en México controla y cobra la producción de limón en Michoacán, la pesca en el Golfo de California, el negocio de los bares, antros y restaurantes, los negocios inmobiliarios en las grandes ciudades y cualquier otra actividad en donde extorsionan y cobran impuestos a los dueños de negocios, desde puestos ambulantes, hasta negocios establecidos de todo tipo.
Y como no hay autoridad que se los impida ni leyes que les apliquen, los grupos del crimen organizado también se han apoderado de la industria de la construcción en México, controlando la venta de materiales e insumos, extorsionando lo mismo a empresas cementeras que a particulares que construyen y fijando ellos los precios del importante mercado de la construcción y remodelación de viviendas.
Un estudio elaborado por los industriales de la construcción en el país ubica que actualmente el narco controla el negocio de la construcción en 72 municipios del país, ubicados en cuatro estados de las zonas centro, sur y occidente del país. El Estado de México, Guerrero, Morelos y Michoacán, tienen documentado como los criminales cobran cuotas por la venta de materiales de construcción o incluso acaparan la distribución de dichos materiales con insumos que les roban a las empresas instituidas de ese sector y que luego ellos revenden a los precios que se les antoja.
De acuerdo con los datos de la industria formal de la construcción, la operación del crimen en ese sector genera una afectación de hasta 33 millones de pesos en la utilidad mensual de la venta de productos como el cemento y, al mismo tiempo, ocasiona que haya sobreprecios de este insumo en las regiones mencionadas; esto porque los criminales cobran cuotas de entre 500 y 700 pesos por cada tonelada de cemento que es vendida a los constructores.
El fenómeno de los narco-constructores comenzó a registrarse en el año 2020 en el Estado de México, cuando se reportaron casos en cinco municipios de esa entidad, en donde los criminales no sólo controlaban la venta y precio de cemento, ladrillo o cualquier otro insumo, sino que le cobraban también a cualquier ciudadano que quisiera construir o remodelar, exigiéndole pagar por un "permiso" para construir, además de condicionarlo a que tenía que comprar los materiales en ciertos establecimientos controlados por ellos. A quienes se negaban a pagar o a comprarles a ellos los materiales e insumos, le paraban sus obras bajo amenaza de muerte.
Un año después, para 2021 el derecho de piso y la intervención directa del narcotráfico en la industria de la construcción se extendió a 29 municipios de la misma entidad mexiquense, para pasar a 40 municipios en 2022, y ya con presencia en los estados vecinos de Michoacán y Guerrero; para 2023 se contabilizaban ya 60 municipios en donde los narcos controlaban el mercado y en 2024 la cifra subió 67 municipios ya incluido el territorio de Morelos.
Entre los municipios en los que el estudio de la industria de la construcción identifica actualmente la presencia del narco en el mercado constructor están Amanalco, Atlacomulco, Ixtapan de la Sal, Ixtlahuaca, Malinalco, Tenancingo, Tlatlaya, Tonatico y Zacazonapan en el Edomex; mientras que en Guerrero el fenómeno delictivo ocurre en Amacuzac, Apaxtla, Chilapa, Teloloapan y Zihuatanejo; en tanto que en Michoacán el crimen organizado maneja el negocio de los materiales en Buenavista, Cherán, Ocampo, Tepalcatepec, Gabriel Zamora y Maravatío; y en Morelos eso ocurre en Amacuzac y Puente de Ixtla.
A estas alturas el desbordado y empoderado crimen organizado mexicano, ese que ahora es considerado "narcoterrorismo" por el gobierno de Estados Unidos, no sólo suplanta al Estado y a los gobiernos de los tres niveles en la tarea de gobernar, brindar seguridad y hasta cobrar impuestos en amplios territorios de la República, sino que además, los narcos ahora también suplantan y controlan a los empresarios, comerciantes e industriales, a los que les expropian de facto su negocio, les cobran cuotas millonarias o les roban mercancías y materiales que luego ellos venden el mercado negro.
Y para colmo, ahora los "narcoterroristas" mexicanos también se erigen como la autoridad en el mercado fijando y estableciendo los precios de los productos a cómo les dé la gana, y quien no quiere pagar sus precios, paga con su vida o su negocio. Pero, como dicen en Palacio Nacional, “defendemos nuestra soberanía”... Los dados mandan Escalera Doble. Subida automática.