Ciro, el 'Mencho', ¿en serio?
"Ciro, el 'Mencho', ¿en serio?", escribe Raymundo Riva Palacio en #EstrictamentePersonal
El caso sobre el atentado del periodista Ciro Gómez Leyva hace dos años y medio, está en camino de cerrarse en cuanto a célula que debió haberlo matado. Esta semana le dictaron sentencia al jefe del grupo de siete personas encargadas de ejecutarlo y a uno de quienes le disparó a quemarropa, sin éxito por el blindaje de la camioneta en la que viajaba, y probablemente sentenciarán a los cinco restantes en este mes. El caso, sin embargo, apesta.
La versión oficial del atentado presentada al juez por el fiscal Ricardo Sánchez Pérez del Pozo, es la historia de cómo Nemesio Oseguera, el "Mencho", jefe del Cártel Jalisco Nueva Generación, la organización criminal más violenta de México, se enojó con Gómez Leyva porque se metió con su familia y contrató en outsourcing a un sujeto que a su vez reclutó a un grupo de matones en la Ciudad de México, que fueron entrenados en un campo en Ciudad Guzmán, donde un exmilitar colombiano los adiestró durante 15 días.
Gómez Leyva escribió ayer en Excélsior que después de haber estudiado las declaraciones -casi iguales- de Pool Pedro Gómez Jaramillo y Héctor Eduardo Martínez Jiménez, le resultaba “poco confiable, verosímil y creíble la versión de que la orden de matarme viniera del 'Mencho'”. Se quedó corto.
La hipótesis original de la autoría intelectual del jefe del CJNG fue de Omar García Harfuch, cuando era secretario de Seguridad de la Ciudad de México -donde empezó la investigación-, que la hizo pública en febrero de 2023. No se sabe cuáles serían sus razones, porque tampoco tenía pruebas en ese momento. Su actuar no era inédito. Cuando quisieron matarlo en 2020, tan pronto como pudo hablar, sin investigación de por medio acusó al CJNG del atentado. Lo demás, cuadrar su idea con los hechos, fue lo de menos.
Ese método acientífico se repitió en el caso de Gómez Leyva, pues las primeras declaraciones de Gómez Jaramillo y Martínez Jiménez que establecían el vínculo con ese cártel, fueron un año después, en abril de 2024. La idea que sembró García Harfuch, que tiene un viejo diferendo no resuelto con el CJNG, fue retomada por la Fiscalía General de la República, a donde acudió Gómez Leyva porque no avanzaba la investigación en la Ciudad de México.
Al final, todo regresó al principio, por lo que la duda expresada sobre su solidez por varios periodistas que han trabajado temas del narcotráfico, es muy pertinente. No hay que extrañarse. Desde el atentado a García Harfuch, hasta Ayotzinapa o la persecución a la familia política del fiscal general Alejandro Gertz Manero, el olor de las averiguaciones locales y federales es el de inducción y pruebas falsas para inculpar con mentiras a quienes, de antemano, apuntaron como responsables.
La versión del atentado a Gómez Leyva parece pegada con saliva sin resolver las inconsistencias y contradicciones de los sentenciados.
Primero, que se sepa o se recuerde, Gómez Leyva nunca se metió en las entrañas criminales, políticas o financieras del CJNG y, para efectos, tampoco en la de ningún otro cártel. Menos aún con la familia del "Mencho". Pero esa versión suena bien para la gradería. Ya había un precedente que permitía acomodarlo 28 años después, la orden del Cártel de Tijuana de matar al periodista Jesús Blancornelas en 1997, porque publicó cartas personales de los llamados narcojuniors con sus madres.
Segundo, un don del narco tan poderoso como el "Mencho", habló con un delincuente menor, Armando Escárcega, apodado el "Patrón", para pedirle que matara a Gómez Leyva, por lo que reclutó a siete matones en los barrios del oriente profundo de la Ciudad de México para ejecutar el crimen. Le dijo que para prepararlos, los llevara a capacitarse por 15 días a un campamento de entrenamiento. Ahí les abrieron la puerta a esos extraños, empoderados por el elusivo "Mencho" que, según la versión oficial, él mismo buscó quién lo vengara, sin compartimentar la información. Así no son las cosas en la vida real, pero es la realidad construida de la célula de ejecución.
Escárcega también declaró sobre el CJNG en noviembre pasado y amplió su confesión a principio de este, pero su contenido se mantiene reservado porque su juicio no ha acabado. Como se están acomodando las cosas, no sorprendería que dijera la Fiscalía General que el Patrón trabajaba para el "Mencho", a fin de darle soporte teatral a la versión.
La conclusión oficial cuadra con lo que se ha sembrado en el imaginario en los últimos meses. El CJNG es el que opera campos de entrenamiento de sicarios, como el de Teuchitlán, similar al de Ciudad Guzmán, donde declararon que el "Mencho" los mandó para que los capacitara un exmilitar colombiano, como los que recientemente García Harfuch señaló que están siendo contratados por cárteles mexicanos.
Toda la historia en torno a Gómez Leyva gira alrededor del CJNG, el grupo criminal que hoy es el enemigo número uno del Gobierno mexicano, que están cazando en todo el país y más allá, como sucedió recientemente en Chiapas, donde la policía especializada del estado, dirigida por viejos compañeros de García Harfuch en la policía, se metió a Guatemala para asesinar a quien era el jefe de plaza de esa organización en Frontera Comalapa, que está en disputa con el Cártel de Sinaloa.
La investigación del atentado contra Gómez Leyva comenzó en la Ciudad de México y avanzó unas cuantas semanas, porque en diciembre de 2022 el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó que dejara de hacerse. Las autoridades capitalinas se dedicaron a patear el bote, por lo que Gómez Leyva se quejó públicamente que ni siquiera le permitían ver su carpeta de investigación, que legalmente le correspondía por ser la víctima y tocó la puerta de la Fiscalía General. Avanzó en la parte procedimental y obtuvieron confesiones y sentencias condenatorias. ¿Se hizo justicia? Algo apesta. La conclusión jurídica es la misma que deslizó García Harfuch mucho tiempo antes de que sus dichos cuadraran con las declaraciones ministeriales. Dos años y medio después se regresó al mismo lugar, con criminales confesos que sustentaron lo que habían inducido.
Raymundo Riva Palacio
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