Población de La Victoria mantiene viva la tradición Yaqui
A pesar de no ser Yaquis de nacimiento, los habitantes se esfuerzan por mantener viva su tradición, luego de que hace 14 años un hombre conocido como 'el Jarias' llegó al poblado y les transmitió las formas de la espiritualidad.
La Semana Santa representa un momento de gran relevancia para la población de la Victoria: aunque no son Yaquis de nacimiento, se esfuerzan por mantener viva su tradición luego de que hace 14 años un hombre conocido como 'el Jarias', descendiente del pueblo yoeme, llegó al poblado y les transmitió las formas de la espiritualidad.
Es un momento de cercanía con Dios, según refieren los habitantes del poblado ubicado a 10 kilómetros de la urbe de Hermosillo, pero también una manera de sanear el tejido social: la práctica, aseguraron a e Media, aleja a los jóvenes de las drogas y la criminalidad, efectos que, más allá de la religiosidad, son valorados por el grueso de la comunidad.
“Es cosa sagrada, todos creemos en la semana mayor porque somos católicos y por eso estamos contentos”, dijo Doña Mayita, una mujer octogenaria que nació en la Victoria con ayuda de una partera y que ahora se dedica a administrar una tienda de abarrotes ubicada frente a la ramada donde celebran la Pascua.
“Yo conocí al Jarias de chiquito, a su mamá y todo. Muy lindo, muy lindo jefe fue él. Cuando traía el grupo de fariseos fue muy bueno, anduvo con ellos y nosotros, todo el pueblo, con él y su grupo. Era yaquesito, pero no sé de qué pueblo, cuando yo lo conocí ya era de aquí”, añadió.
Actualmente el responsable de la celebración es Lorenzo Flores, capitán mayor de la ramada de la Victoria. Aprendió, como el resto del pueblo, gracias a el Jarias, que murió hace 4 años.
“Inicié con el Jarias, él sí era Yaqui y con él empezamos aquí. Yo nomás entré para ayudarle porque no sabía y ninguno de los chamacos, de los fariseos, sabían tampoco. El Jarias ya falleció, pero nosotros le seguimos y ahí vamos aprendiendo despacito. Cada año vamos al Coloso, nos invitan a las velaciones y los acompañamos. Queremos ayudar a los niños, de que anden de vagos, que mejor estén aquí”, dijo Lorenzo.
Los fariseos de la Victoria son, en su mayoría, niños y jóvenes de entre 14 y 21 años, muchos de los cuales se dedican a ello por una cuestión de fe usualmente relacionada con “mandas”, mientras que otros, aseguraron, lo hacen “por puro gusto”. El grupo este año reúne a 45 fariseos.
Refuerza la comunidad
Cuentan con un grupo de personas, principalmente mujeres, que dedican su tiempo para fortalecer las actividades de la pascua: María Eva Arriola, por ejemplo, hace con sus manos el pan que se sirve la noche del jueves santo, cuando se representa la última cena.
“Es un pan de harina con manteca, azúcar y levadura. Ya tenemos algunos años haciéndolo. En la noche en la ramada arreglamos, ponemos una mesa para los apóstoles, ponemos el pan, el vino. Hará como 7 años que empezamos a hacerlo, mi hermana es la que reza y yo soy la que hago el pan. Ahora vamos a llevar mesas y sillas pero otros años hasta en el suelo poníamos el mantel”.
Su hermana se llama María Carmen, tiene 62 años de edad y se dedica a cuidar su hogar y a “ayudar a la comunidad”. Durante la pascua se hace responsable de los rezos luego de una invitación que hace 7 años le hizo el Jarias.
“Me dedico a mi hogar y a ayudar a la comunidad en lo que se pueda, con servicio en la iglesia, enseñando a tejer y bordar con las mujeres. Eso del rezo yo lo empecé porque el Jarias me invitó, vino y me dijo que si no quería ayudarles yo con el rosario. En ese entonces yo no estaba tan involucrada, iba a misa y todo, pero no estaba involucrada con los fariseos. 'Está bien', le dije, y en ese entonces uno de mis hijos salía de fariseo. Ahí fue cuando yo me empecé”, dijo.
“Tal vez lo puedan ver como algo sin importancia, pero al inicio de la cuaresma se juntan los misioneros, el cura y él (Lorenzo) en representación de los fariseos… Entonces dije: quiere decir que esto está uniendo a todos, es la unión de la familia. La comunidad se junta y las señoras se comprometen”, dijo Graciela Villa, enfermera retirada que aporta su tiempo para la celebración y ayuda a documentarla mediante fotografías.