¿Por qué el papa eligió Francisco como su nombre de pontífice?

El nombre que eligió el papa Francisco fue una declaración de principios.

El papa Francisco, fallecido este lunes a los 88 años, pasará a la historia no solo como el primer pontífice latinoamericano y jesuita, sino también por su firme convicción de transformar la Iglesia Católica en una institución más humilde y comprometida con los más necesitados.

El nombre que eligió el papa Francisco fue mucho más que una simple decisión protocolaria: fue una declaración de principios.

¿Por qué eligió el nombre de Francisco?

El verdadero nombre del papa Francisco fue Jorge Mario Bergoglio, quien fue elegido como pontífice el 13 de marzo de 2013.

El mundo se sorprendió no solo por su origen argentino, (siendo el primer pontífice no europeo en más de mil 200 años), sino por su decisión de llamarse Francisco. Ningún otro papa en la historia había adoptado este nombre, y no fue una elección casual.

Se inspiró en San Francisco de Asís, el santo del siglo XIII conocido por su profunda humildad, amor a la naturaleza y entrega a los pobres.

Durante el cónclave que definió su elección, el cardenal brasileño Claudio Hummes le susurró al oído: "No te olvides de los pobres". Esa frase quedó grabada en el corazón de Bergoglio y definió el camino que tomaría a partir de ese momento. Fue en honor a ese ideal que decidió asumir el nombre del 'Poverello' de Asís.

Desde el inicio de su pontificado, Francisco dejó claro que deseaba una Iglesia sencilla, cercana y que no se encerrara en los muros del Vaticano. Sus palabras, gestos y decisiones reflejaron una postura crítica frente a los excesos, la burocracia vaticana y la falta de sensibilidad hacia las problemáticas sociales.

Su estilo se distanció del lujo y adoptó una vida más austera: vivía en la Casa Santa Marta, una residencia modesta en comparación con los aposentos papales tradicionales. En sus encíclicas, particularmente en Laudato Si', hizo un llamado urgente a cuidar el medioambiente, a construir puentes en lugar de muros y a replantear el rol de la Iglesia en un mundo cada vez más desigual.

El papa también enfrentó a sectores ultraconservadores que se resistían a sus reformas. Las críticas fueron muchas, incluso desde dentro del Vaticano. Pero Francisco mantuvo firme su visión de una Iglesia más inclusiva, abierta al diálogo y defensora de los derechos humanos.