¿Por qué invertir en oro ya no es necesariamente la apuesta segura que solía ser?

La rentabilidad anual del oro puede variar significativamente dependiendo de las condiciones del mercado.

El oro ha sido durante mucho tiempo un símbolo de riqueza y estabilidad, atrayendo a inversores en busca de un refugio seguro para su capital, especialmente en tiempos de incertidumbre económica. Sin embargo, actualmente es posible que esta perspectiva casi divina haya cambiado, haciendo que muchos presten aún más atención a los riesgos que a menudo se pasan por alto.

Históricamente, el oro ha tenido una reputación como “activo refugio”, demostrando durante decenas de años que es capaz de proteger el capital durante periodos de inestabilidad en los mercados financieros, momentos en los que el oro tiende a mantener su valor e incluso a apreciarse, ofreciendo una cobertura contra la inflación y la volatilidad del mercado. 

De hecho, es considerado como una de las mejores formas de diversificar las carteras, gracias a su valor intrínseco y su independencia de las monedas fiduciarias como el dólar o el euro.

Algunas formas de invertir: oro físico y derivados

Hoy en día, la inversión en oro puede hacerse de diversas formas. Entre ellas está la tradicional, que consiste en comprar oro físico en forma de lingotes, monedas o joyas. También existen plataformas de trading online que permiten operar con derivados financieros, como los Contratos por Diferencia (CFD). Con los CFD uno no puede comprar oro propiamente dicho, sino que se especula con su precio sin necesidad de poseer el metal en sí. 

Es digno de mención, sin embargo, que los CFD implican un riesgo elevado debido al apalancamiento utilizado en estas operaciones y a la volatilidad del mercado. Si bien los CFD pueden integrarse en estrategias más sofisticadas, es fundamental comprender bien cómo funcionan antes de operar con ellos, ya que no están destinados a todos los perfiles de inversor. 

Rentabilidad y factores que influyen en su precio

La rentabilidad anual del oro puede variar significativamente dependiendo de las condiciones del mercado, aunque históricamente se han observado promedios que oscilan entre el 6% y el 8% anual. Sin embargo, es crucial entender que el rendimiento pasado no garantiza resultados futuros. 

A diferencia de lo que se cree, el precio del oro está influenciado por una compleja interacción de factores, que van desde la oferta y la demanda global y la estabilidad económica y política, hasta los niveles de inflación y las políticas de los bancos centrales respecto a sus reservas de oro. De hecho, incluso algunos factores culturales pueden revalorizar este mineral, impactando directamente en la demanda del mismo y, por lo tanto, en su precio. 

A pesar de su atractivo, invertir en oro no está exento de riesgos, y sin duda, resulta fundamental conocerlos antes de siquiera pensar en sumergirse en este mundo.

Riesgos y desventajas de la inversión en oro

Probablemente, la volatilidad sea una de las principales preocupaciones, ya que su precio puede fluctuar considerablemente y no siempre sigue una tendencia alcista. De hecho, el precio del oro experimentó una caída significativa entre 2011 y 2016, y actualmente no ha logrado reponerse del máximo alcanzado en 2011.

Por otro lado, la posesión de oro físico conlleva preocupaciones de seguridad y su costo de almacenamiento seguro. Eso sin mencionar que al momento de requerir liquidez, su venta puede ser un problema, así como también los diferentes precios del mercado o las comisiones asociadas que pueden mermar las ganancias. 

Warren Buffett, uno de los inversores más importantes de Estados Unidos, considera que el oro es un activo improductivo, ya que a diferencia de las acciones de empresas que pueden generar beneficios y dividendos, el oro por sí mismo no produce más oro.

Otro aspecto a considerar son las implicaciones fiscales. En algunas jurisdicciones, las ganancias obtenidas por la venta de oro pueden estar sujetas a tasas impositivas más altas que las aplicables a otros tipos de inversiones financieras. Y como es de esperarse, el oro no es inmune a las estafas; de hecho, es fundamental que al momento de comprar oro se haga con un comerciante confiable, de forma tal que se puedan minimizar los riesgos y garantizar la autenticidad del mineral.

Por último, algo de lo que poco se habla es que el oro no depende únicamente de las crisis económicas, ya que el descubrimiento de una reserva importante de oro podría incrementar la oferta y, por consiguiente, disminuir el precio del activo. Es por ello que muchos asesores sugieren destinar un pequeño porcentaje de una cartera a materiales preciosos, pero estos no deben ser considerados como una inversión inherentemente segura.

Razones para considerar el oro en una cartera

Aun así, el oro ha sido considerado un pilar en las estrategias de inversión; es probable que todo se deba a su cobertura natural contra la inflación, que a diferencia del dinero fiduciario, que puede perder valor debido a políticas monetarias, el oro mantiene su poder adquisitivo a largo plazo, incluso en periodos de inflación como la década de los 70 o la crisis postpandemia. Precisamente por ello se considera un valor refugio que permite tener algo de estabilidad en situaciones inestables.

Por otro lado, incluir el oro en una cartera de inversión reduce la dependencia de activos tradicionales, que suelen correlacionarse negativamente con el material en momentos de estrés financiero, por lo que de cierta forma nos protegemos ante caídas bursátiles o crisis económicas.

A diferencia de otros activos alternativos, el oro puede comprarse y venderse con relativa facilidad en casi cualquier parte del mundo. Ya sea en mercados físicos o plataformas digitales, lo que garantiza un acceso inmediato a este material.

A pesar de que el oro ha demostrado volatilidad en plazos cortos, su trayectoria histórica revela un crecimiento constante. Esto implica que el oro simplemente debe ser considerado un activo más en el enorme catálogo de opciones, y no simplemente una “salida fácil y segura”.