Donald Trump busca "mexicanizar" la Coca-Cola con azúcar de caña
El presidente Donald Trump anunció que Coca-Cola aceptó reemplazar el jarabe de maíz por azúcar de caña en sus bebidas vendidas en Estados Unidos.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró este miércoles que Coca-Cola comenzará a utilizar azúcar de caña en sus bebidas producidas para el mercado estadounidense, en lugar de jarabe de maíz de alta fructosa, un ingrediente ampliamente usado en la industria alimentaria del país.
"He estado hablando con Coca-Cola sobre el uso de azúcar de caña REAL en la Coca-Cola en Estados Unidos, y han accedido a hacerlo", escribió Trump en su red Truth Social. "Este será un muy buen movimiento por parte de ellos. Ya lo verás. Es simplemente mejor".
Aunque la empresa no ha confirmado formalmente un cambio en su fórmula, un portavoz de Coca-Cola respondió que "pronto se compartirán más detalles sobre nuevas ofertas innovadoras dentro de nuestra gama de productos".
La propuesta, que Trump promueve junto a su secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., forma parte de una campaña de salud pública denominada Make America Healthy Again (MAHA). De acuerdo con esa comisión, el consumo de jarabe de maíz podría estar relacionado con enfermedades crónicas, incluida la obesidad infantil.
Kennedy ha señalado que tanto el azúcar como el jarabe de maíz son dañinos, pero que el primero podría representar una alternativa "menos perjudicial".
La versión mexicana de Coca-Cola, endulzada con azúcar de caña, ya es vendida en pequeñas cantidades en Estados Unidos bajo la etiqueta de 'Mexican Coke'.
Cambios costosos y consecuencias económicas
Expertos y analistas advierten que una sustitución generalizada del jarabe de maíz por azúcar de caña generaría complicaciones logísticas, aumentos de costos y afectaciones económicas significativas, sobre todo en el sector agrícola.
Ron Sterk, editor de la publicación especializada SOSland, explicó que el jarabe de maíz ha sido preferido en Estados Unidos por su menor costo y disponibilidad local.
"El cambio implicaría modificar las cadenas de suministro, etiquetas y líneas de embotellado diseñadas para HFCS (High Fructose Corn Syrup)", indicó.
La Asociación de Refinadores de Maíz estimó que eliminar el jarabe de maíz del mercado podría reducir en 34 centavos de dólar el precio del bushel de maíz, lo que representaría una pérdida de hasta 5,100 millones de dólares en ingresos agrícolas. También se anticipan pérdidas de empleos en comunidades rurales donde operan grandes productores de jarabe como ADM e Ingredion, cuyas acciones cayeron tras el anuncio.
Además, Estados Unidos produce actualmente cerca de 3.6 millones de toneladas métricas de azúcar de caña por año, frente a 7.3 millones de toneladas de jarabe de maíz.
Para cubrir el déficit, sería necesario importar azúcar, especialmente de Brasil, aunque Trump impuso recientemente un arancel del 50 por ciento a las importaciones brasileñas, lo que encarecería aún más la transición.
La analista Heather Jones estimó que, de concretarse el cambio en toda la línea de producción de Coca-Cola, el aumento de costos podría superar los mil millones de dólares debido a la brecha de precios entre ambos endulzantes.
Reacciones divididas
Mientras los defensores de la salud aplauden la medida como un paso hacia una alimentación más limpia, los agricultores y procesadores de maíz la rechazan por sus implicaciones económicas.
"Sustituir el jarabe de maíz costaría miles de empleos, deprimiría los ingresos agrícolas y aumentaría las importaciones, sin ningún beneficio nutricional claro", señaló John Bode, director de la Asociación de Refinadores de Maíz.
Coca-Cola no ha detallado si la medida aplicará a toda su producción nacional o solo a una línea específica. Por su parte, PepsiCo declaró que estaría dispuesta a usar azúcar de caña "si los consumidores así lo desean".
El presidente Trump, quien es conocido por su afición a la Coca-Cola Light —al punto de haber instalado un botón en el Despacho Oval para solicitarla— no ha aclarado si esta bebida también será reformulada.
El debate apenas comienza, pero ya anticipa un choque entre intereses de salud pública, corporativos y agrícolas en uno de los mercados más grandes del mundo.
CON INFORMACIÓN DE AGENCIAS