El Gavilán, destino en el corazón del Río Sonora, listo para recibir visitantes

Durante Semana Santa recibe a cientos de familias que visitan el río, practican senderismo, pasean en caballos, hacen carne asada y, si así lo deciden, se quedan a acampar.

Uno de los destinos turísticos más frecuentados en la cuenca del Río Sonora se encuentra bajo el nombre de 'El Gavilán': se trata de un rancho a la altura del kilómetro 45 de la carretera que lleva de Hermosillo a Ures, mismo que durante Semana Santa recibe a cientos de familias que visitan el río, practican senderismo, pasean en caballos, hacen carne asada y, si así lo deciden, se quedan a acampar.

“El río lleva agua, vienen como 500 familias en toda la Semana Santa: hay renta de caballos, se puede hacer carne asada. Todo el año está abierto, pero ahorita es cuando más gente viene”, compartió Irma Velia Bustamante Martínez, dueña del predio desde hace dos décadas.

La historia de 'El Gavilán' se encuentra ligada a la familia de Irma desde hace al menos tres generaciones: el abuelo de Irma se lo heredó a su padre y su padre, a su vez, se lo entregó a ella, quien cobra 100 pesos “por carro” a los visitantes y “otros 100 si se quedan a acampar”

Más allá de la historia familiar, el rancho, que consta de unas 10 hectáreas y se encuentra delimitado por el cauce y por la carretera, cuenta la historia del o Sonora y da testimonio de una inundación que transformó su vocación, y de la resiliencia de los agricultores ante el desastre.

“Antes era un terreno para siembra, mi familia sembraba maíz, trigo y frijol, pero hace como 20 años vino el río, creció y se llevó todas las tierras buenas, dejó puros arenales. Un montón de tierras se desmontaron y nos quedaron los arenales”, dijo la propietaria.

Más tarde, con el derrame de miles de litros de desechos de la mina Buena Vista del Cobre, sucedido unos 10 años después de la inundación, según recuerda Irma Velia, ella y su familia dejaron de contemplar la posibilidad de reconvertir 'El Gavilánen terrenos dedicados a la siembra.

Ahora enfrentan el futuro con la convicción de que el turismo regional, al que atienden desde las 6 de la mañana hasta las 9 de la noche, será suficiente para sostenerlos. “Hay gente que viene y acampa toda la Semana Santa”, presumió Irma.