‘Narcisistas malignos’, la teoría de Erich Fromm sobre líderes brutales

"‘Narcisistas malignos’, la teoría de Erich Fromm sobre líderes brutales", escribe Irene Selser en #Entrevías

Circula en las redes un video con declaraciones de la reconocida escritora y antropóloga argentina Rita Segato, hechas en México donde fue invitada por la Coordinación de Humanidades de la UNAM y el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (Puedjs), en el marco del 80 aniversario del Consejo Técnico de Humanidades.

En el video, Segato se declara sin más “ex humana”: “Después de Gaza no quiero pertenecer a esta especie siniestra, genocida. (…) Nos cuesta sentirnos humanos cuando la humanidad ha normalizado matar niños, cuando bombardear hospitales y escuelas es lícito, cuando el asesinato en masa de civiles es defendido por los gobiernos del mundo. (…) Hasta el último genocidio, el Holocausto o Shoah, cuando los ejércitos aliados entran en los campos de concentración, se ve en las filmaciones su sorpresa. No era algo expuesto a la humanidad. Se sabía, pero estaba oculto. Ahora no. Gaza es otra cosa. Ahora está mostrado. Y lo que se muestra es el último clavo en el ataúd de la Carta de Derechos Humanos. ¿Qué hacemos en un mundo donde la ley es el poder de muerte? Erich Fromm, en “El corazón del hombre. Su potencia para el bien y para el mal” (1964), desarrolla una visión profunda sobre la dualidad humana y presenta un desafío sobre cómo vivimos y elegimos entre el crecimiento o la decadencia”.

En efecto, qué mejor que retomar al psicoanalista y filósofo humanista judío alemán, Erich Fromm (1900-1980), sobreviviente de dos guerras mundiales y del nazismo, para comprender el horror sin límites en Ucrania o en Gaza donde en los últimos 21 meses han sido asesinados entre 57 mil y 100 mil civiles, y donde mercenarios estadounidenses de la ONG fachada, Fundación Humanitaria de Gaza masacran a diario a cientos de gazatíes que acuden desesperados a los centros de comida, a cargo de esos mismos mercenarios y del ejército israelí.

La obra de Fromm, nunca más vigente, marcó a generaciones con textos como “El arte de amar”, “El miedo a la libertad” o “Anatomía de la destructividad humana”. En el volumen que cita Segato, “El corazón del hombre” (FCE, México, 2023), Fromm analiza en seis capítulos las dos tendencias que nos marcan como especie: el instinto de vida (biofilia) o narcisismo benigno, ligado a la creatividad, la libertad responsable y el amor propio y hacia los demás; y el instinto de muerte (necrofilia) o narcicismo maligno, que lleva a formas primitivas de violencia, de dominación y destrucción.

Hay psicoanalistas que no adhieren a la dicotomía “benigno/maligno”, pero pienso que la dualidad de Fromm “amor a la vida/voluntad de destrucción”, nos permite ponerle nombre a procesos históricos aberrantes como el exterminio de millones de judíos por Adolf Hitler; de millones de rusos por Iósif Stalin; de millones, también, de camboyanos por el militar campesino Pol Pot (Saloth Sar), que impuso una sociedad agraria comunista radical, incendió bibliotecas y fusiló a todo aquel que usara gafas por su desprecio a los intelectuales siguiendo el ejemplo de Mao Zedong y su mortífera “revolución cultural”.

En “El corazón del hombre”, Fromm estudia a tres personajes: Hitler, Stalin y Heinrich Himmler, que dirigió en forma despiadada el aparato nazi. Fromm ve en Himmler un símbolo de la “banalidad del mal”, término que retomaría Hannah Arendt, graficando cómo el poder político puede trivializar el exterminio como un procedimiento burocrático.

Para Fromm, tales figuras comparten patrones de sadismo y necrofilia, aunque Hitler encarnaría el “mal radical” con su necesidad de someter, humillar y destruir para sentirse poderoso. Se erigió en el “salvador” de Alemania y portador de su destino (Make Alemania Great Again, diría Donald Trump), explotando el miedo y el odio colectivos y canalizándolos hacia la figura del “otro” (judíos, comunistas, débiles como los gitanos o los niños Down), y así consolidar su poder absoluto.

Figuras femeninas malignas podrían ser, en la literatura, Lady Macbeth y en la vida real la actual “copresidenta” de Nicaragua, Rosario Murillo, si bien la primera optó por el suicidio, incapaz de soportar la culpa de sus crímenes, pero la segunda no da visos de querer hacerlo.

Es claro que Fromm no conoció al presidente Trump, al premier israelí Benjamin Netanyahu o al mandatario ruso Vladimir Putin, pero si aplicamos su teoría vemos que ellos comparten rasgos típicos, cada quien con su estilo: son figuras fuertes, mesiánicas y paternalistas que estimulan el narcisismo de grupo en poblaciones seducidas por su oferta de “orden, identidad y enemigos claros”. En momentos de crisis o incertidumbre, las sociedades los siguen al sentirse parte de algo superior: “el pueblo elegido”, “la causa sagrada”, “la nación más grande”, “los verdaderos patriotas”. Así, es posible identificar a un Trump infantil y exhibicionista con atributos como la grandiosidad, el culto a sí mismo que estimula el ego colectivo, la mentira y el desprecio al débil (migrantes, extranjeros); un Putin frío y autoritario, con su culto al orden y al dominio total; y un Netanyahu, de nacionalismo extremo, pragmático y victimista, habituado a la manipulación moral para criminalizar al adversario e instrumentalizar el miedo ante el “peligro exterior” (palestinos, libaneses, iraníes, etc.).

El narcisista maligno también es cínico, afirma Fromm, en tanto no cree en ningún valor superior a su propio ego, y usa el cinismo para protegerse del juicio moral y ejercer el poder sin culpa. Esto explicaría lo ocurrido la noche del lunes en la Casa Blanca, cuando Netanyahu postuló a Trump al Premio Nobel de la Paz, en medio de su destrucción del orden jurídico y económico internacional.

Frente a este tipo de gobernantes, Fromm propone como única defensa una ciudadanía crítica y madura que: 1) cultive el amor a la vida y no el miedo; 2) se organice en comunidades sanas que den sentido, pertenencia y libertad; 3) una educación crítica que resista la propaganda y el conformismo, y 4) desobediencia moral: decir “no” cuando la mayoría se equivoca.

También advierte: “El hombre ordinario con poder extraordinario es el principal peligro para la humanidad”.