La reforma de la Curia, una de las grandes herencias de Francisco
"La reforma de la Curia, una de las grandes herencias de Francisco", escribe Irene Selser en #Entrevías
El 7 de mayo dará inicio en la Capilla Sixtina el cónclave para escoger al sucesor del papa Francisco, ungido el 13 de marzo de 2013 al cabo de días y cinco rondas de votaciones. De los 135 cardenales que integran el Colegio Cardenalicio, dos anunciaron que no asistirán por razones de salud o edad (80 años es el tope para votar y ser votado), por lo que serán 133 los participantes. La elección se cierra cuando se alcanzan al menos dos tercios del total de votos, en este caso 87.
En su papado de 12 años y un mes, Francisco buscó deseuropeizar la Iglesia nombrando a 108 cardenales (80% del total), muchos de ellos de Asia, África y América Latina, “la periferia”, como él llamaba a los países en desarrollo. No obstante, Europa sigue siendo la región con mayor número de cardenales (53, de ellos 17 italianos), seguida de Latinoamérica (23), Asia (23), África (18), Norteamérica (14) y Oceanía (4) (Vaticano News).
En los tres cónclaves previos a la elección del arzobispo argentino Jorge Mario Bergoglio (1936-2025) como el papa 266, se requirieron dos días para que saliera la famosa fumata blanca de la chimenea Sixtina, señal del éxito de la votación: Benedicto XVI (2005-2013), con cuatro rondas el 18-19 de abril de 2005; Juan Pablo II (1978-2005), ocho rondas el 14-16 de octubre de 1978 y Juan Pablo I (1978, quien murió de golpe a los 33 días de ser nombrado pese a gozar de buena salud a sus 66 años), cuatro rondas el 25-26 de agosto.
En la prolongación o no de las votaciones se podrá medir hasta dónde ha calado la prédica samaritana y aperturista del jesuita Francisco, apodado “el papa de las reformas”, entre ellas la Constitución Apostólica “Praedicate Evangelium. Sobre la Curia Romana y su servicio a la Iglesia y al mundo”. Desde un inicio, Bergoglio se empeñó en hacer de la Iglesia un instrumento piadoso, un “hospital de campaña, imagen de la misericordia de Dios”, como le gustaba decir al también fanático del equipo de fútbol San Lorenzo de Almagro (por el diácono mártir Lorenzo de Roma (+ año 258), cuyo número de membresía, por cierto, era el 88-235. “Una señal del cielo”, dicen en Argentina, ya que el papa murió a los 88 años siendo las 2:35 de la madrugada hora porteña, 7:35 am en Roma.
Volviendo a la Constitución Apostólica, ésta fue promulgada el 19 de marzo de 2022 y entró en vigor el 5 de junio siguiente. El documento de 250 artículos, 11 capítulos y 70 páginas publicado en el original en italiano y traducido a cinco idiomas (https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_constitutions/documents/20220319-costituzione-ap-praedicate-evangelium.html) reforma el perfil de la Curia para hacerla más eficaz, menos corrupta y más útil a la Iglesia y al papa mismo, “y no como un obstáculo”.
La Constitución fue elaborada con el aporte de las Iglesias de todo el mundo y fija una nueva estructura y funciones a los dicasterios (ministerios o departamentos) a fin de acercarse más a la gente y abrir los templos a los sectores marginados, como parejas divorciadas y vueltas a casar y la comunidad LGBTIQ+, entre otros. Si lo desea, el nuevo papa podrá modificar su contenido, aunque sin afectar la doctrina. De hecho, la Constitución de Francisco sustituyó a la “Pastor bonus” (1988) de Juan Pablo II, quien a su vez reformó la dictada en 1967 por Pablo VI.
El eje de esta reforma es transformar el rostro de la Curia por uno más comunitario, que “escuche, dialogue y aprenda” al servicio de la evangelización y de las iglesias locales. Una Iglesia más universal, más laica y “más sinodal” (sínodo, del griego “synodos”: “syn”, juntos y “hodos”, camino, “caminar juntos”), caracterizada por la comunicación, la participación colegial y comunitaria y la “misión de servir”, entendiendo precisamente la autoridad eclesial “como un servicio y no como un poder”.
Siete son los aspectos clave de la Constitución Apostólica de Francisco, a saber: 1) Una vida de comunión sinodal Iglesia-feligresía; 2) Una Curia Romana al servicio de los obispos y el papa, según la naturaleza de cada cual; 3) El papa, los obispos y otros ministros ordenados no son los únicos que pueden evangelizar; 4) Por ello, “todo cristiano es un discípulo misionero”; 5) La Curia debe aceptar la participación de los laicos en funciones de gobierno (dicasterios) y de responsabilidad; 6) La transformación apostólica implica un cambio interior en la Iglesia sin el cual la reforma planteada no es real ni posible, y 7) La reforma no es un fin en sí mismo, sino un medio para renovar a la Iglesia y sus vocaciones, fomentar una evangelización más eficaz, alentar un espíritu ecuménico más fructífero y fomentar un diálogo más constructivo entre todos.
Otros cinco aportes de la nueva Constitución: 1) Se prioriza la protección a los menores tras los escándalos de pederastia que han ensuciado la historia de la Iglesia, haciéndose cargo la Curia de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores y el Dicasterio para la Doctrina de la Fe; 2) Se reduce o compacta la cifra de dicasterios para no duplicar funciones y se suprimen los Consejos Pontificios y las Congregaciones para pasar a llamarse todos, Dicasterios; 3) Se crea el Dicasterio al Servicio de la Caridad (Limosna Apostólica) para ayudar a los más necesitados en cualquier parte del mundo; 4) Se crea una gran Dicasterio para la Evangelización, presidido por el papa unificando dos instancias anteriores, y 5) Se crea una gran Dicasterio para la Cultura y la Educación, dividido en dos áreas, una dedicada a la promoción cultural y la animación pastoral, y la otra a desarrollar los principios de la educación en los centros de estudio católicos.
En el preámbulo del texto, firmado por Francisco, se puede leer: “Se trata de un ejercicio que refuerza la unidad de la fe y la comunión del Pueblo de Dios, y promueve la misión de la Iglesia en el mundo. Ciertamente, alcanzar tal objetivo no es fácil: requiere tiempo, determinación y, sobre todo, la colaboración de todos”.