La paz como extensión del dominio

La paz como extensión del dominio", escribe Eunice Rendón en #Arasdesuelo

El 10 de octubre se anunció que el Premio Nobel de la Paz 2025 fue otorgado a María Corina Machado, férrea opositora del gobierno de Maduro en Venezuela. Tres días después, Donald Trump fue ovacionado frente al Parlamento de Israel tras un discurso en el que declaró que era "el amanecer histórico de un nuevo Medio Oriente", en el marco del acuerdo de paz firmado por los jefes de Estado de Estados Unidos, Egipto, Turquía y Catar, que contó además con la presencia de decenas de líderes de otros países, poniendo fin -en teoría- a dos años de guerra en Gaza.

El retroceso de las tropas israelíes y la liberación de prisioneros y rehenes de ambos bandos representan, sin duda, un avance importante y necesario. Sin embargo, no puede hacerse de lado la devastación que sufrió Gaza durante estos dos años: se estima que más de 80% de su infraestructura, incluyendo escuelas y hospitales, quedó destruida, y cerca de 70 mil personas perdieron la vida. Más allá del triunfalismo con el que Trump se erige como artífice de la paz, cabe preguntarse qué sucederá ahora con Gaza.

La paz duradera no se construye por decreto ni mediante la imposición del poder; requiere acuerdos y medidas transformadoras que garanticen la seguridad y libertad de los palestinos y permitan una convivencia pacífica con Israel. No se trata solo de la ausencia de conflicto: la paz verdadera abarca dimensiones éticas, políticas y sociales, donde la justicia y la equidad sean componentes centrales de la convivencia.

El acuerdo de paz para Gaza, firmado el 13 de octubre de 2025 en Egipto, excluyó a algunos de los actores directamente involucrados y a varios países clave de la región. Propone una administración transitoria de tecnócratas palestinos supervisada por una "Junta de Paz" internacional presidida por Donald Trump, junto con la liberación de rehenes, un alto el fuego permanente, la desmilitarización de Gaza y un plan de reconstrucción de 67 mil millones de dólares. Aunque busca seguridad y reconstrucción, el acuerdo no aborda cuestiones fundamentales como Jerusalén, los refugiados o la soberanía, o la rendición de cuentas de los responsables de crímenes internacionales, lo que deja dudas sobre su capacidad para generar una paz duradera. La justicia es condición indispensable para la paz.

La situación en Gaza muestra lo estrechamente conectadas que están la guerra y la política. Clausewitz afirmó que la guerra es la continuación de la política por otros medios; bien podríamos decir, a la inversa, que la política también puede ser la continuación de la guerra por otros medios. De este modo, el aparente fin de la violencia no garantiza la paz, sino que simplemente transforma las tensiones y las relaciones de poder en nuevas formas.

El plan de paz de Trump evidencia un giro hacia un enfoque unilateral, donde Estados Unidos establece los términos de la paz al margen del derecho internacional y del papel de organismos como la ONU. Este modo de actuar genera un precedente preocupante: legitimar la imposición de soluciones de paz desde el poder de un solo Estado, en lugar de fomentar consensos multilaterales basados en la negociación, la justicia y el respeto a la legalidad internacional.

Estados Unidos, que históricamente ha brindado apoyo político, económico y militar a Israel en un conflicto asimétrico marcado por graves violaciones contra la población civil, no está logrando la paz en Medio Oriente con su acuerdo sobre Gaza, sino imponiendo su propia visión del orden mundial. Mientras tanto, Palestina, reconocida como Estado por más países que nunca, enfrenta la devastación de su población y la incertidumbre sobre su territorio. La "paz" alcanzada en Gaza bajo Trump y Netanyahu se construyó sobre la desolación, convirtiendo la destrucción en un acuerdo de estabilidad más que en una resolución justa y duradera; siguiendo la lógica del primer ministro israelí, imponiendo la paz a través de la fuerza.

La paz no se mide en premios ni autorreconocimientos; es una construcción constante que exige principios claros y compromiso con ideales de justicia y dignidad.

Eunice Rendón

X: @EuniceRendon