La mejor curación

"La mejor curación", escribe Pbro. José Martínez Colín en #VivirenCristiano

1) Para saber

“El sol sale también para ti; sólo tienes que abrir la ventana”, dice un refrán. No podemos perder la esperanza, sólo hay que dejarla entrar. A ello nos invita el Papa León XIV. Habiendo reflexionado sobre las parábolas, ahora quiso detenerse en un aspecto esencial de la vida de Jesús: sus curaciones. Para ello recordó a un personaje del Evangelio que nos ayudará a no perder la esperanza, incluso cuando nos sintamos solos o perdidos: Se trata de Bartimeo, un hombre ciego y mendigo.

Nos cuenta el relato que al enterarse que Jesús pasaba, Bartimeo comenzó a gritar, pero muchos intentaron callarlo. Pregunta el Papa: ¿Qué podemos hacer cuando nos encontramos en una situación que parece sin salida? Bartimeo nos enseña a apelar a los recursos que forman parte de nosotros. Él sabe pedir, es más, ¡puede gritar! Si realmente deseamos algo, hay que insistir aunque nos intenten hacer callar. El grito de Bartimeo se ha convertido en una oración muy conocida, que podemos utilizar: “Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, que soy pecador”.

2) Para pensar

Podría parecer que ahora Dios no realiza tantas curaciones, pero nada más contrario a la verdad: el Señor sigue actuando, incluso podríamos descubrir que sigue tan activo como antes, llevando a cabo muchas curaciones no solo físicas, sino también espirituales que son más importantes.

Hace pocos años el Papa Francisco recordaba que cuando estaba en Buenos Aires, durante una peregrinación de jóvenes al Santuario de Luján, él tenía la costumbre de confesar durante la noche. Fue entonces que se le acercó un joven de unos 22 años todo lleno de tatuajes que le dijo: “¿Sabe usted?, he venido porque tengo un problema grave y se lo he contado a mi madre y mi madre me ha dicho: ‘Ve donde la Virgen, haz la peregrinación, y la Virgen te dirá’. Y he venido. He tenido contacto con la Biblia, aquí, he escuchado la Palabra de Dios y me ha tocado el corazón y debo hacer esto, esto, esto, esto, esto”. Cuando la Palabra de Dios toca el corazón, cambia la vida.

Al contemplar a Jesús en la Cruz, vemos que a pesar de haber llegado a la impotencia total, a la vez nos muestra el amor más pleno, capaz de afrontar cualquier prueba por nosotros. Al leer el Evangelio, dejamos que la Palabra de Dios se acerque a nuestro corazón y así lo transforme.

3) Para vivir

Aunque Bartimeo es ciego, ¡paradójicamente ve mejor que los demás y reconoce quién es Jesús! Ante su grito, Jesús se detiene y lo llama, porque no hay ningún grito que Dios no escuche, incluso cuando no somos conscientes de dirigirnos a Él, dice el Papa León XIV.

Bartimeo, al oír el llamado de Jesús, arrojó su manto. Comenta el Papa León que ese gesto es muy significativo, pues para un mendigo, el manto lo es todo: su seguridad, su casa, la defensa que lo protege. Muchas veces lo que nos bloquea son nuestras aparentes seguridades. Para ir a Jesús y dejarse curar, hay que dejar de aferrarnos a nuestras aparentes seguridades puestas en lo caduco, hay que poner nuestra mirada en Cristo, con fe y sinceridad. Llevemos con confianza ante Jesús nuestras enfermedades, y las de nuestros seres queridos. Jesús nos curará para que podamos ser libres.


Pbro. José Martínez Colín

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