El beso del diablo

"El beso del diablo", escribe Carlos Loret de Mola en #HistoriasdeReportero

John F. Kennedy trató de derrocar a Fidel Castro en Cuba. Fidel se mantuvo 50 años en el poder y el régimen comunista sigue hasta la actualidad.

Lyndon B. Johnson apostó por tumbar a Ho Chi Minh. El Partido Comunista Vietnamita que fundó sigue gobernando. El cuerpo de Ho Chi Min embalsamado se exhibe en un mausoleo como héroe patrio.

Richard Nixon apoyó el golpe de Estado en Chile del dictador Pinochet contra el demócrata Salvador Allende. Pinochet está en el basurero de la historia y Chile es la democracia más eficaz de Latinoamérica.

Jimmy Carter financió a los talibanes para que sacaran a Rusia de Afganistán. No hace falta precisar cómo terminó eso. También intentó frenar la caída del Sha de Irán. No pudo: la revolución la ganaron los ayatolas que siguen gobernando 50 años después. Por haber dado asilo al Sha, los ayatolas le secuestraron a 66 estadounidenses durante 444 días, lo que terminó costándole la Presidencia a Carter.

Ronald Reagan apoyó a los sandinistas para derrocar al dictador Somoza. El líder sandinista Daniel Ortega es hoy el dictador de Nicaragua. Reagan también quiso aniquilar a Muammar Gaddafi en 1986 con bombardeos aéreos. Gaddafi gobernó casi 30 años más.

George Bush papá trató de derrocar a Saddam Hussein, quien siguió gobernando doce años más.

Bill Clinton trató de quitar del poder en Somalia a Mohamed Farrah Aidid. Hay hasta una película —Black Hawk down— de ese fracaso.

George Bush hijo derrocó a Saddam Hussein. Irak nunca fue una democracia y ahora mandan los extremistas vinculados ¡a Irán!

Barack Obama apoyó los movimientos democráticos de la primavera árabe. Cayó Mubarak en Egipto, ganaron las elecciones los radicales islámicos, al grado que el Ejército volvió a dar golpe de Estado y permanece en el poder. Cayó Gaddafi en Libia, y aunque han pasado diez años, sigue sin haber un gobierno estable y con mando. Trató de tumbar a Bashar al Assad en Siria, no lo logró y terminó cayendo años después a manos de un grupo respaldado por Turquía. El que era considerado caso de éxito era Túnez: fue derrocado el dictador militar Ben Ali, hubo un presidente democráticamente electo… que ya se alió con el Ejército, disolvió el parlamento, cesó al primer ministro y emprendió un gobierno autoritario.

Donald Trump en su primer mandato reconoció a Juan Guaidó como presidente de Venezuela para suplantar al dictador Nicolás Maduro. Maduro sigue en el poder.

Joe Biden prometió hacer de Mohammed bin Salman (MBS), príncipe saudí, un paria internacional. Lo culpaba del asesinato del periodista Yamal Khashoggi del Washington Post. Biden terminó visitando a MBS, saludándolo de puñito y pidiéndole de favor que aumentara la producción de petróleo para que bajaran los precios de la gasolina que le estaban generando un problema electoral (por cierto, MBS lo bateó).

La mayoría de los personajes a quienes Estados Unidos ha tenido en mira han gozado de un historial que amerita el derrocamiento, pero la sola intervención americana parece acarrear consecuencias políticas que van justo en contra de sus planes. A ver qué pasa con Trump e Irán. A juzgar por la tendencia, si quisiera un cambio de régimen quizá lo más sabio sería… apoyar a los ayatolas.

Carlos Loret de Mola

historiasreportero@gmail.com